Autora: Raquel Alameda
Viernes Visten Canas suma ediciones además de elegancia. Empezamos este desayuno con el brillo de la sonrisa espléndida y atrevida de Mabel Sanz, sombrerera de profesión y vocación.
Hace casi treinta años que comenzó su andadura en la sombrerería. Sus obras de arte desfilan en las principales pasarelas europeas y en las cabezas de las personas que aprecian el valor de sus diseños, confeccionados 100% artesanalmente hasta el último de sus detalles y con materiales tan valiosos como organzas de seda, rafia, lanas vírgenes, plumas de aves exóticas, etc. En su taller lleva a cabo incluso la tintura de cada material para obtener el color exacto que desea conseguir.
Además de producir cada uno de sus modelos con pleno mimo, investigación y sofisticada creatividad, ha ensañado durante muchos años a realizarlos. Forma parte de un reducido grupo de sombrereros, por lo que crea diseños para su propia marca y para otras marcas de la alta costura.
En 2013 ganó el Premio Nacional de Artesanía, convocado por el Ministerio de Energía, Industria y Turismo. Además de diseñar sombreros y tocados para todo tipo de eventos, incluidas bodas reales, hoy contamos con el lujo de su presencia en el medio de la época de más compromisos, junto con las pasarelas. Conozcamos a esta ejemplar mujer y a su estelar carrera profesional.
Mabel Sanz sorprendió a sus padres siendo la primera de la familia en dedicarse a la Sombrerería tras estudiar Moda. En un momento difícil de su vida, empezó casi como terapia. Así se adentró en un mundo lúdico que le permitió desarrollar su creatividad, aumentar su alegría y embellecer al mundo con cada una de sus creaciones. En su taller da a luz sorprendentes complementos tras una incesante búsqueda, investigación y disfrute.
Mabel plasma la felicidad que le produce confeccionar cada uno de ellos en colores hechizantes, diseños sorprendentes o tocados que necesitan incluso una caja a medida. ‘La motivación y amor por su oficio’ le llevaron a comenzar su carrera profesional en una humilde buhardilla que tenía alquilada. Pronto se le quedó pequeña. Abrió su propio taller y seguidamente una tienda, que tuvo hasta unos pocos años.
En sus inicios le acompañó la suerte de conocer al diseñador Modesto Lomba. Fue su gran maestro que le ha marcado su vida y agigantado su pasión, despertando la magia por el oficio. Otro gran maestro fue su hermano, pintor. Él le transmitió su pasión por el arte y la innovación.
Gran admiradora de Jesús del Pozo, tuvo el honor poder colaborar con él en sus desfiles y eso le permitió proyectar su carrera con más diseñadores de renombre. Guarda un maravillo recuerdo de esa larga colaboración de lo más enriquecedora.
Es un oficio que, a pesar de necesitar poco espacio y utensilios, casi ha desaparecido, por lo que gran parte de su material de trabajo lo compra en el extranjero. Sus organzas de seda o colores, por ejemplo, son de un taller florentino. Y como igualmente ya no se fabrican los detalles, aprendió a hacer incluso las flores para sus tocados. Lo dicho, 100% artesanal hecho con amor en su taller.
La firma de Jesús del Pozo fue comprada por una multinacional dirigida por Joseph Font como diseñador. Volvieron a llamarle y dio el salto a las pasarelas de New York, entre otras.
Lo que más le gusta es dibujar y que la plancha le ayude a dar forma a sus creaciones. Sus viajes, personas de todo el mundo y su curiosidad se plasman en cada detalle. Su vida está marcada por retos, los que le han obligado a innovar, retocar, inventar, descubrir y disfrutar con cada decisión.
Con qué se queda de su aprendizaje lo declara con rapidez: ‘Yo me quedo con la felicidad, la pasión de un oficio que es una maravilla, lúdico, festivo, espectacular. He tenido la suerte de aprovechar muchas oportunidades.’ Declara lo que ya aprendimos en otros desayunos, ‘la moda es muy difícil y tener un taller es muy esclavo, por lo que ella se siente inmensamente afortunada de dedicarse a la parte más lúdica del oficio. Vive enamorada de su vida.
Cómo se empieza en este mundo: ‘Buscando con amor y pasión’. Tienes que moverte, aprender las herramientas fundamentales que te permiten comenzar a volar solo e incluso salir del país porque en España no hay una formación específica para aprender a hacer sombreros.
El camino le llevará a aprender que hay dos cosas fundamentales a la hora de confeccionar un sombrero: ‘el apresto que le da forma y alambres forrados de hilo que aportan consistencia, sobre todo en piezas grandes.’ ‘Todo se trabaja al bies’.
Le da rabia que la gente le mire raro por llevar sombrero. Afortunadamente el sombrero de verano está en auge ya que protege del sol y además viste.
Con las preguntas nos explica que un sombrero cambia el porte sin alejarnos de la naturalidad. Ella enseña a sus clientes a llevarlos con buen gusto y la actitud correcta. Esto le ha llevado a tener alguna clienta que primero eligen el tocado y después el resto del estilismo.
Su éxito le ha llegado mimando hasta el último detalle de sus piezas, combinando cada prenda de su clienta, prestando atención al momento del día en el que lo llevaría puesto e incluso si de espaldas le favorecía, ya que en una ceremonia pasas mínimo una hora y media dando la espalda a los asistentes.
Su larga trayectoria la ha llevado a diseñar desde vestidos de novia, bolsos o cinturones. Aunque lo único que realmente le hace feliz es crear sombreros o tocados.
Le preguntan cuánto tiempo puede pasar desde que comienzas hasta que puedes empezar a vivir de tu propio taller y cómo ve el mundo de las bodas. Nos comenta que la estadística pronostica una media de tres años, aunque para ella depende del negocio y la suerte. Ella empezó con una mesa que heredó de su hermano y unas sillas frente a un espejo…
Su primer trabajo importante fue un desfile de novia para Jesús Del Pozo. El mundo de las novias ha marcado gran parte de su carrera, aunque ella se casó de corto y de negro porque no le gustaban los vestidos que se confeccionaban en su época. Ahora todo es más pulido y elegante.
Ha escuchado muchas veces ‘me gustan los sombreros pero no me quedan bien’. Nos explica que el motivo es porque ni tienen el corte apropiado para ciertos modelos o no han encontrado el sombrero justo para su perfil. Somos atrevidos para según qué cosas. Opina que el corte de pelo de las mujeres, como empezó a innovar Coco Chanel, ya marcaba casi una nueva prenda de vestir que hacía prescindir de sombreros.
Para Mabel Sanz el sombrero no tiene edad. Puede haber piezas más o menos apropiadas a cada perfil, y siempre es más un complemento de espíritu o actitud que de edad.
Nos enseña reglas básicas para que un sombrero siente bien: copa en proporción con la mandíbula, si se tiene un pelo abundante se puede recoger para que el ala funcione visualmente y permitir que la prenda protagonista sea el sombrero para evitar sobrecargar el ‘look’ final. Mabel incluso apuesta por joyas estáticas, discretas, ya que el sombrero aporta movimiento, color, elegancia y distinción.
Cada diseñador trabaja de una manera diferente. Ahora está diseñando para un desfile de Jesús Del Pozo, que lleva a cabo de manera completamente diferente que los que prepara para Roberto Verino o Ulises Mérida… Y el resultado es siempre el mismo: ‘divertido y bonito, la verdad.’
Por terminar se reflexiona sobre la exclusividad de algunos oficios y el hecho que a veces sean poco accesibles. Por contra Mabel resalta el valor del trabajo y lo que supone hacer todas las piezas a mano y con amor.
Si consumiéramos de otra manera valorando el producto local y artesanal el mundo sería otro. En lugar de comprarnos 10 prendas confeccionadas en un gran almacén, nos podríamos comprar una bien hecha y con valor añadido, tanto en detalles, en diseño y en producción.
Como consumidores también podemos cambiar el mundo.