Autora: Raquel Alameda
Segunda edición de Viernes Visten Canas, desayuno con talento en un ciclo que crece en seguidores al ritmo que se acaba una taza de rico café. Es de esperar su incesante crecimiento cuando cada sorbo se deleita ante las personas que mejor atesoran nuestro patrimonio humano e histórico, seres con trayectorias inspiradoras, presente enriquecedor y futuro en el que siguen latentes metas por alcanzar. Personas en una etapa del camino que por avanzado que parezca, se siguen sintiendo al inicio de nuevos retos, llenos de vitalidad contagiosa.
El invitado de esta segunda edición es Chass Lach, artista admirable de 70 años con eterna mirada infantil, observadora, curiosa e insaciable de aprendizaje. El adjetivo ‘multidisciplinar’ se queda estrecho al describir un hombre que se ha dedicado a la escenografía, diseño de vestuario, maquillaje, peluquería teatral, figurinista, marionetista e incansable docente.
Afortunadamente para el mundo, pronto descubrió que su pasión, ilusión y esfuerzo estarían vinculados al teatro, y para ello tomó la valiente decisión de viajar a Londres “sin saber ni papa de inglés”, con una humilde ayuda económica de sus padres y una ambiciosa meta muy clara: “estudiar en el Royal College of Art.”
El inglés primero lo aprendió escrito y después hablado gracias a las manos de los apopléjicos a los que asistió nada más empezar su camino al éxito en tierra inglesa. Mientras ellos se esforzaban en comunicarse y él en aprender con ellos, valoraba la vital capacidad de comunicación del ser humano en múltiples maneras. En pocos meses, su nivel de la lengua anglosajona ya era muy buena y tras una breve pausa de servicio militar en España, regresó a Londres con aún más entusiasmo.
Pronto encontró un trabajo de camillero en un hospital con turno de noche que le permitió ser estudiante diurno en la academia que soñaba, e incluso divertirse, salir y moverse en un mundo de posibilidades, contactos y causalidades. Para Chass las casualidades no existen.
Tras seis años de camillero nocturno y excelente formación, le propusieron trabajar como ayudante de vestuario en el musical Evita, pistoletazo de salida para una carrera ejemplar, a la que se sumarían los musicales Cat’s, Amadeus y un largo historial de creaciones en todos los ámbitos sea en el teatro, cine o televisión.
Allá donde estudiaba o trabajaba se centraba en la globalidad, aprendiendo de todo el conjunto de artistas que forman un obra, sea de peluquería, maquillaje, escenografía, iluminación, etc.
Chass es creador de su propia suerte “siendo muy trabajador, disciplinado y hábil para saber estar en el sitio apropiado y en el momento justo.” Afirma que se ha movido mucho, buscando distintas idiosincracias para enriquecerse, avanzando con el fin único de divertirse en todo lo que hiciera y contagiar diversión a su alrededor. Este modo de actuar le ha permitido “vivir en un constante estado de ensoñación”, por lo que “su vida ha sido una sucesión de sueños plasmados en la realidad.”
Un hombre tan humilde y abierto que nos confiesa todos sus secretos para “mantener hoy la pasión intacta por su trabajo”. La fórmula es tan sencilla como: “hacer siempre lo que se quiera, arriesgarse tanto como para haberse arruinado dos veces, vivir intensamente cada momento como para estar hasta dos días sin dormir inmerso en un proyecto, observar a todo el mundo a tu alrededor y no andar falto ni de carácter ni de ambición.” Método elogiable.
A Noruega llegó como ayudante en el musical “La Tienda de los Horrores”, con la convicción de no estar lo suficientemente preparado como para generar la ola de creatividad y renovación que provocó. En seis años de próspera estancia, fue capaz de dejar atrás un modo arcaico de interpretar para dar paso a los innovadores de los que se empapó en Londres. Su capacidad de aprender incluso “de guardar un clip victoriano con su óxido y todo” (tesoros de su primer maestro), o de “diseñar un vestuario de época hasta con su ropa interior”, le permitió enseñar en tierras noruegas no sólo estilo, sino también emociones. Todo suma y todo resta. Ningún detalle se puede escapar.
Siempre fue consciente de la riqueza de ser respetuoso con la edad “para aprender de los que poseen más experiencia que uno mismo”, ya que “de niño la creación es más intuitiva y toda la adquisición de conocimientos genera inspiración de la mano del tiempo y solo así la capacidad de crear es mayor.”
Tras seis años de revolución, crecimiento y docencia en “Del Norske Teatret“, el teatro mas importante de Noruega, regresa a España y sigue su éxito, con pausas y silencios necesarios, con una nominación en la IV edición de los Premios Goya por el maquillaje en la película ‘Si te dicen que caí’ en 1989.
Dicho esto, maravilla su afirmación que “acertar a la primera te impide probar cosas nuevas, ya que el error es el mejor maestro y éste también se enseña.” Aunque para evitar errores graves considera indispensable una sólida educación académica y no autodidacta, una gran dosis de ambición que nunca es mala porque conduce a los sueños y una humilde, curiosa y rica impregnación de sabiduría con tacto, intercambiando conocimientos. Confirma que “la suerte se la ha hace uno y se busca.” Chass Lach cree en “la suerte de la atracción, sabiendo atraer lo que se quiere se llega donde se pretende.” Para él la vida consiste en “vivir en la alegría de poder hacer lo que quieres y estar enamorado de ello.”
Al finalizar una charla en la que todos nos sentimos enamorados de él tanto como él mismo de su trayectoria y lo que le queda, se da paso a un diálogo en el que las edades desaparecen.
Con la primera pregunta sabemos que la mejor lección que le regalaron los apopléjicos que cuidó fue que “la unión hace la fuerza pues sin ayudas todos somos nadie y sin comunicación es imposible lograr algo.”
Apoya firmemente la frase propuesta de una asistente que declara que “lo que Salamanca non da, natura non presta.” Chass va más allá, “pues son varios los casos en los que por mucho que haya, nada vale sino se sabe sacar con conocimientos, estudios y sudor, sí sudor, pues el arte escénico en todos sus niveles genera mucho sudor y el trabajo consiste en adaptarse, diseñar y confeccionar todo al sudor de cada individuo. Los artistas hay que tratarlos con mimo, individualidad y nunca como a un ejército.”
Cuando otro participante le pregunta qué es lo que más ha disfrutado, su respuesta es rápida, clara: “de todo lo que he hecho, nada he disfrutado tanto como enseñando, por la posibilidad de transmitir que es lo que más me apasiona.”
Y junto a otra apasionada docente de ciencias naturales, enamorada también de la docencia y toda la felicidad que aporta transmitir, Chass declara “echar en falta una materia de libre elección en las Universidades de todo el mundo “para enseñar experiencia, sea de los aciertos como de los errores, ambos imprescindibles para lograr lo que quieras.”
“Más que ejercer, yo me divierto, juego”, confiesa para finalizar justo antes de deleitarnos a todos con una canción del musical Cat’s. Hace magia con nosotros y con un tiempo que pasa desapercibido pues unánimemente queremos más, nos cuesta pensar que estos desayunos concluyen. Con cada fin acumulamos más entusiasmo para el próximo viernes primero de mes y aumentamos la fe de vivir cada día en una sociedad más unida, intergeneracional, feliz.