Autor: José Antonio Herce
En el marco de un estudio hecho por mYmO para la Dirección General de Personas Mayores y Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Madrid, pedimos a unos informantes clave que nos compartieran su opinión experta para fundamentar las bases teóricas del proyecto.
Aquí va la entrevista realizada a José Antonio Herce, miembro de nuestro consejo Asesor y experto en Longevidad, Pensiones y Economía Aplicada.
LA SOCIEDAD
1_¿Cómo han cambiado las personas que llamamos mayores en los últimos 100 años a tu manera de ver y ¿Cómo ha cambiado la percepción social que se tiene sobre ellas?
La edad equivalente hoy a los 65 años en 1900, en España, está entre los 81 y los 91 años, según la métrica que se utilice. Es decir, que una persona de 65 años hace más de un siglo era un verdadero “anciano”, mientras que esa edad hoy corresponde a una persona con décadas de vida por delante, sana, por lo general, y en perfecto estado físico y mental y, lo que es muy importante, con recursos de dos tipos: tiempo y dinero. Esto tiene una enorme cantidad de implicaciones de todo tipo: productivas, funcionales, relacionales, etc.
La percepción social de los 65 años, sin embargo, va por otras vías. En lo que se refiere a la idea de “la jubilación”, no ha cambiado absolutamente nada. La edad de jubilación, para empezar, sigue siendo la misma, si no algo menor, que en 1900. Esto es una derrota que la sociedad, y muchos individuos, se infligen a sí mismo. No se explica. Además, solo se ve a los mayores como sujetos de ofertas comerciales o beneficiarios de prestaciones sociales, abonos de transporte (aunque no quieran) o padres de sus nietos. Casi nunca se les ve como “trabajadores” que, si quisieran, y se les dejase, podrían ser muy útiles a la sociedad y así mismos.
Esta dicotomía es inexplicable e indica un fallo sistémico en la transmisión y reproducción de los valores sociales que impulsan el equilibrio generacional y el dinamismo general de la sociedad. Puede, además, que los mayores sean culpables de este resultado. Entre ellos hay también una horrible dicotomía que se gesta en el mercado de trabajo mucho antes: un numeroso grupo de “mayores” arrumbados tras la jubilación, y un grupo mucho menor, pero nada desdeñable en número y menos aún en poder social de “gerontócratas” que lo bloquean todo, empezando por sus familias, sus empresas y las mismas instituciones.
LOS MAYORES DE HOY
2_¿Cuántos años tiene hoy una persona mayor? y ¿Cómo definirías lo que significa ser una persona mayor? ¿Tiene sentido seguir segregando por edad?
Yo hablaría de la “gran edad”, que era lo que hace un siglo, o incluso medio, encuadraba a las personas de 65 o 70 años y más. Hoy, como decía, esa gran edad estaría más cerca de los 80 años que de los 75.
Ya no se trata de segregación, sino de verdadera discriminación. Me da igual si positiva o negativa, pero numerosos criterios de elegibilidad se basan en la edad. Ni siquiera la jubilación debe tener una divisoria etaria tan estricta. Un caso clamoroso es el de los EREs, las mal llamadas “prejubilaciones”, la edad lo determina todo en este caso y, estoy seguro, esa práctica es inconstitucional y, por lo tanto, denunciable. Otro caso muy clamoroso también es el de los abonos gratuitos o muy rebajados de transporte, cultura, etc. para los “viejos”. Pero si los viejos tienen bastantes más recursos que los jóvenes, al menos muchos de ellos. Hay individuos, trabajadores, amas y amos de casa, niños, que tienen menos recursos que los viejos. ¿Por qué esta discriminación? ¿Por respeto a los mayores? Eso no se lo cree nadie. Es inexplicable.
3_¿Cuál debería ser su papel?. Cuál es y cuál te gustaría que fuera, incluyéndote a ti en el mapa.
Llegar a una barrera etaria que la sociedad juzga “de mayores” y atenerse a ese prejuicio adquiriendo el “kit” del mayor es una estupidez. Seguro que muchos no lo hacen, pero muchos otros sí. Cada uno debe actuar por sí mismo como le parezca. No sería yo quien encuadrase a los mayores en movimientos de ningún tipo. Llegas a los 65, te dan un carnet de mayor y te lo crees. Hay que acabar con eso. Para mí, cumplir esa edad (hace un año casi) no me ha cambiado un ápice, salvo en que estoy encantado de poder combinar mi actividad habitual con cosas nuevas y pienso seguir adelante todo lo que pueda. Pienso que la principal actitud debe ser disponibilidad para continuar lo que se está haciendo, en la dosis que se quiera, si ello es lo que uno desea, sin rupturas bruscas, ni transiciones forzosas.
LA JUBILACIÓN
4_¿Cómo ves la jubilación? ¿Cómo afecta la jubilación a la cohesión social? ¿Qué oportunidades crea la jubilación para nuevas formas de socialización/participación? ¿Hace falta que nos jubilemos?
No debe haber una solución brusca de continuidad, sino que los individuos deben poder elegir entre alternativas de “ocio” y “negocio” sopesando sus consecuencias. No hay que pagar un precio por ello, pero tampoco aspirar a una recompensa desproporcionada. Los números individuales deben ser compatibles con los números sociales. Las vidas más largas pueden ser muy onerosas tanto para los individuos como para la sociedad si se calculan mal los incentivos. Sucede que ese proceso o tránsito, que debería ser la jubilación, es muy brusco y determinado por incentivos y desincentivos económicos muy fuertes, a veces contraproducentes e insostenibles. La ceguera social sobre este tema solo complica las cosas bloqueando, con la ayuda de los políticos y la inopia de los sectores económicos que deberían ayuda a la transición, cualquier solución satisfactoria.
LOS SERVICIOS5
5_¿Qué servicios se ofrecen a las personas mayores? ¿Cuáles otros servicios deberíamos diseñar, ofrecer o tener en cuenta?
Pues, por seguir con el pensamiento paradójico, diría que cada vez se les ofrecen más servicios “para mayores” y menos para gente normal, que es lo que son “los mayores”. Puede parecer que eso de los servicios para mayores es una gran avance social, pero no lo creo. Para servicios para mayores los que tuvieron todos mis abuelos de sus hijos hasta que fallecieron. Esos sí eran servicios para mayores. Lo que hay hoy son sucedáneos, y además carísimos. Sí, ya sé que todo el mundo trabaja (¿todo el mundo?). Bueno, llamamos trabajar a cualquier cosa. Hay un potencial enorme en la sociedad para ocuparse de sus verdaderos mayores, no de los mayores de 65, con soluciones de mercado y de “no mercado” que hay que encuadrar. La tecnología, hoy lo permite todo, en materia de “records-keeping” para instrumentar sistemas de solidaridad estimulados por un quid-pro-quo adecuado, que pague “IVA”, vaya. Otros lo llamarían a esto la cosa “colaborativa”, pero abomino de esa sociedad colaborativa que no desea pagar impuestos y luego reclama de todo. No me gusta eso de la economía colaborativa tal y como se está orientando, espero que alguien lo remedie.
EL TALENTO
6_¿Crees que el talento es algo que todos tenemos? Danos tu definición de talento.
El talento quintaesencial, puro (Picasso, Einstein) es muy raro. Por eso a quienes lo tienen hay que admirarlos y apoyarles, mientras lo compartan con los demás claro. Pero todos tenemos un cierto talento porque el talento más o menos ordinario es un rasgo evolutivo, es decir una de las cosas que nos ha hecho la especie que somos. Claro, en este contexto hay sujetos que se salen de talento y otros que se quedan muy cortos. Natural. El problema, me refiero a la gran mayoría de sujetos con talento ordinario, es que las instituciones educativas, de “selección y retención” de talento, productivas, etc. que tenemos no se enteran. Hay toneladas de talento que pasan desapercibidas incluso para quienes lo atesoran en sus cerebros. Por una sencilla razón: la rigidez de las instituciones que he mencionado antes. No se enteran de que hay muchos, pero muchos estudiantes que jamás pasarán por los aros que les ponen. Para más INRI, en España, donde somos muy progres, no nos gustan los itinerarios educativos, con lo que desperdiciamos más de la mitad del talento ordinario de personas ordinarias pos ¡¡r la única y sencilla razón de que les obligamos a comulgar con ruedas de molino educativas. Lejos de los profesores y maestros (por admirables que son muchos) la sana costumbre de innovar. Ese es el credo educativo en España: igualitarismo “pa tós”, caiga quien caiga. Y “tós p’abajo”. Siempre digo que si la sanidad española (una de las mejores del mundo) funcionase como la educación estaríamos todos muertos. Ahí va mi definición de talento: la capacidad que tiene la gente ordinaria de hacer cosas extraordinarias si se les deja.
7_¿Cómo se identifica ese talento y ¿Qué responsabilidad tenemos en transferir lo que sabemos y hemos experimentado para las nuevas generaciones?
El talento se identifica de la misma manera que se descubre un manantial: dejándolo fluir y, luego, claro, encauzándolo parea que sea útil. Cada generación debería aprender cosas nuevas (normalmente sucede, pero a veces sucede lo contrario) y no encuentro mejores palabras que las que pronunciara Sir Isaac Newton cuando le preguntaron cómo llegó a saber tanto. “Apoyándome en las espaldas de los gigantes que me precedieron”, respondió (cito de memoria). Y este es el problema ahora que ya no reconocemos a los gigantes que nos han precedido, que si nos apoyamos en las espaldas de alguien es para hundirlo. Afortunadamente, siempre hay grupos e instancias de excelencia en las que se practica la regla newtoniana, pero minoritarias y cada vez más alejadas de los forofos que lo invaden todo. Imperceptible, pero clamorosamente, se va abriendo ante nuestros ojos la brecha que separa la inteligencia de la idiocia y esa brecha no augura nada bueno, sino desigualdad material basada en la desigualdad del conocimiento. Pero la solución no es cómoda y, por encima de todo hay que luchar para que todos acabemos siendo iguales. Es decir, igual de idiotas.
LAS ACTIVIDADES INTERGENERACIONALES
8_¿Este tipo de actividades pueden ayudarnos a activar talentos y a transferir conocimientos? Cómo las consideras?
Las generaciones, cada vez más desequilibradas, deben conocerse mejor, convivir en espacios ad hoc, en los que fluya la natural simpatía que, en el fondo, la curiosidad mutua acaba generando. No cabe duda de que hay conflicto a menudo, pues la sociedad todavía conserva muchas instituciones que generan barreras y jerarquías entre las generaciones.
Las jerarquías deben ser naturales, basadas en la experiencia y el respeto mutuo, pero también deben reconocer el talento emergente y las cualidades de los más jóvenes. No creo que entendamos bien lo que son las jerarquías naturales, justamente cuando más conocimiento hemos acumulado respecto a otras épocas en las que “cuando eras padre comías huevo”.
Hay que volver a descubrir la curiosidad mutua por conocerse como generaciones diferentes. En realidad, hay que descubrir casi por primera vez cada generación a las restantes porque no estoy seguro de que las relaciones intergeneracionales en el pasado hayan sido ejemplares. Pero creo que hay muchas cosas interesantes que se están haciendo en estos momentos para acercar a las generaciones, basadas justamente en lo que cada una sabe/puede hacer mejor y/o necesita. Afortunadamente, el balance de recursos y necesidades es muy diferente para cada generación y, por lo tanto, hay muchas oportunidades para un intercambio mutuamente beneficioso entre las diferentes generaciones. Pero no explotamos estos gradientes para innovar en materia de colaboración entre las generaciones.
9_¿Crees que la diversidad de perfiles pueda dar lugar a diversidad de actividades y enfoques o que este tipos de actividades que llamamos intergeneracionales se ajustan más a perfiles con formación socio-cultural elevada?
Absolutamente y, de una u otra manera, es lo que decía antes: cada generación está dotada de características propias que son valiosas y que pueden (o cuyos frutos) pueden intercambiarse entre las diferentes generaciones. Luego, viva la diversidad, ya que de ella nacen las oportunidades de intercambio.
Creo que muchas de las actividades y proyectos intergeneracionales que se están ensayando ahora nacen de la ingenuidad, la generosidad y el deseo de experimentar buscando un buen fin. Esto es estupendo. Y no creo que solo los jóvenes más sofisticados intelectualmente hablando sean sus principales promotores. Pero es un fenómeno que se conoce mal, no está en las agendas oficiales (quizá sea lo mejor) y tampoco en los espacios prime time de las odiosas cadenas de televisión. Pero de vez en cuando los medios cuentan casos que son muy estimulantes y convendría empezar a articular esta evidencia y a derivar de ella pautas para el diálogo intergeneracional.
10_Cómo podemos poner en marcha actividades intergeneracionales que vayan sensibilizando a la creación de una sociedad más colaborativa y más abierta donde se fomente una cultura del respeto y la transferencia de conocimiento? Dinos tres de los principales retos y menciona tres posible acciones para poner en marcha.
Las actividades intergeneracionales pueden expresarse a través de un intercambio de recursos y necesidades, como decía anteriormente. Un recurso es todo aquello que alguien tiene (dinero, tiempo, conocimiento, objetos) y una necesidad es todo aquello que alguien no tiene, pero desea tener para satisfacer una necesidad (dinero, tiempo, conocimiento, objetos). Este intercambio se instrumenta a título oneroso (tienes que pagar por lo que deseas) o altruista (puedes obtener lo que deseas porque alguien te lo regala).
También, puede realizarse de forma que quien te pague por los recursos que pones a disposición de quien los necesita sea un tercero a quien otra persona le pagará en su día lo que te ha dado, a quien… y así sucesivamente. Todo esto es, de hecho, lo que sucede cotidianamente en los mercados ordinarios, los sistemas públicos de salud (o e educación, o de pensiones), el voluntariado, etc. De forma que, en realidad, está todo inventado. Lo importante son las dosis en las que cada mecanismo interviene en la distribución social de lo producido y los precios implícitos o explícitos que se cargan/abonan en cada intercambio. Lo nuevo, además, es que la tecnología digital permite hoy llevar un registro exacto de lo que cada cual aporta al conjunto de intercambios.
Todo lo anterior sirve para ilustrar que, hoy (y cada día en mayor medida) la solidaridad, la colaboración y el interés por prestar ayuda (para que cuando tú la necesites te la puedan prestar a ti en un necesario quid-pro-quo), pues todo esto está detrás de los intercambios de “no mercado” entre individuos, tiene en la tecnología un aliado potentísimo que facilita la asignación de tiempo dedicado a tareas, personas dedicadas a personas y otros recursos dedicados a satisfacer necesidades. En comunidades amplias de personas que no se conocen antes de un primer intercambio, que reemplazan a las familias extensas en las que esto se hacía cotidianamente hasta hace relativamente poco en los países avanzados y sigue haciéndose en muchos otros países.
Y, por fortuna, entre las generaciones de jóvenes (o no tan jóvenes) y mayores se hace desde hace décadas en ámbitos tan diferentes como la educación, la salud y los cuidados, el entretenimiento y ocio, la movilidad, etc. No hay que inventar muchas cosas, pero sí multiplicar y organizar lo que se viene haciendo en comunidades rurales, barrios de grandes ciudades, comunidades profesionales o empresariales, y extenderlo a lo intergeneracional. Llevando las “cuentas de activos y pasivos y de pérdidas y ganancias” del tiempo (time banks) o los servicios prestados (service credits), generando las new currencies de la sociedad del bienestar intergeneracional, gracias a la tecnología que acredita, paga y salda los esfuerzos de todos y cada uno.
Pero es necesario un gran esfuerzo de puesta en conciencia y puesta en valor de esto que los elementos más desinteresados de la sociedad ya están haciendo para los que lo necesitan. Quizá lo que se está haciendo ya tiene barreras naturales y quizá un enfoque basado en el reconocimiento de los servicios prestados y su “pago” posterior, sin que intervenga el dinero, es lo que haría saltar esas barreras. Si no todos somos tan buenos (altruistas), al menos que nos ayuden a no ser tan tontos.