Autora: María Jesús Alba
Todos tenemos un pequeño-gran Indiana Jones dentro de nosotros. Buscamos sentido, propósito, experiencias vitales y motivación, con mayor o menor intensidad, pero esa búsqueda es constante y no dejamos nunca de explorar.
Sin embargo, hay momentos de cambio en los que cobra más importancia esa búsqueda y la jubilación suele ser uno de ellos.
No nos lanzamos a esa búsqueda porque tengamos una edad específica, no. Más bien es porque en ese momento de transición sentimos una necesidad, por una parte de reinvención, por otra de completar nuestras narrativas, de encajar piezas y de poner nuestro talento y curiosidad en valor.
¿Cómo lo hacemos?
Primero, solemos mirar hacia atrás y las descubrimos a ellas: algunas personas las llaman espinitas haciendo relación a aquellas cosas que siempre quisieron hacer pero, por muchos motivos no pudieron y aún las tienen clavadas, con más o menos dolor. Otras personas suelen mirar “ese camino no recorrido”, abandonado, porque se decidió escoger otro. Y otras, simplemente, hacen acopio de pasiones, sueños e intereses que con mayor o menor intensidad han podido ir realizando todos esos años.
Y, con lo visto y recogido en esa mirada hacia atrás, toca mirar hacia el futuro. Es el momento de pensar y empezar a preparar cómo queremos exprimir al máximo la nueva etapa. Y lo vamos a hacer con esta fórmula: pensando en un menú que vamos a degustar a diario.
Con entrantes. Que no falten de manera más o menos regular nuevas actividades donde se puedan probar esos viejos o nuevos intereses. Dedicar tiempo a descubrir y embarcarse en nuevas aventuras, cursos, actividades con el placer de enriquecernos y de averiguar cada vez mejor lo que nos gusta.
Por supuesto el Plato principal. Centrarnos en buscar y tener un proyecto fuerte, que estructure nuestros días, que refleje al máximo nuestros talentos, nuestros intereses, que en la medida de lo posible pueda arrojar un impacto en otros. Proyectos que pueden ser más o menos grandes y formales, pero en los que están representadas pasiones, ilusiones, curiosidad, ganas y, sobre todo, propósitos. Proyectos en los que tengamos un papel creador, activo y conectado.
Y, por último, el Postre. En la medida de lo posible regalarnos con experiencias “capricho”. Viajes especiales o con significado personal. Retos que nos parezcan una locura pero que nuestra intuición nos dice “¡adelante!”. Conocer a personas que siempre hemos admirado. Sumarnos a los proyectos (y locuras) de otros.
Muy importante: ha de ser un menú apto para todas las edades. No hay que segmentar ni elegir opciones ni ingredientes pensando en nuestra edad y en la de los demás. La riqueza estará, precisamente, en que todos los platos que vayamos cocinando y probando reflejen nuestros gustos, nuestros estilos de vida, nuestras prioridades, valores y posibilidades. Nunca nuestra edad.
Quizás, cocinando, en algún momento falte la inspiración. Y quizás, a menudo haya que buscar ayuda y creatividad para dar con una buena combinación de platos y sabores. Pero nuestra meta final es que ese Indiana Jones que todos tenemos, disfrute comiendo con los menús de vida que le preparemos.
Ha nacido Robinsones, un nuevo proyecto dedicado a las personas mayores por mano de María Jesús Alba, su fundadora. Ella se define a sí misma como estratega de futuros y consultora de innovación, nos encantan estos ámbitos, así que compartimos el vídeo de presentación de su proyecto con gran entusiasmo.
Y si con este vídeo no tienes suficiente puedes seguir este enlace para tener más información. http://robinsones.com/que-es-robinsones/
Gracias María Jesús por sumarte al barco de la Innovación Intergeneracional.