Autora: Raquel Alameda
Quiero empezar esta edición de Viernes Visten Canas con una frase célebre de una poeta norte americana, Muriel Rukeyser, que dijo <<… sí, sí, eso de que el mundo está hecho de átomos… El mundo está hecho de historias.>>
Esta mañana es Ricardo Colmenares quien nos cuenta su historia y como actualmente, gracias a la Fundación Triodos, de la cual es director general, cambia parte de la historia de personas comprometidas con un mundo más sostenible.
Para entender el enriquecimiento que aporta a la agricultura orgánica, enfatizando los valores sociales, primero nos hace un recorrido por su propia historia. Nos comparte lo que ha dado sentido a su vida.
Cuando la vida nos ofrecía una media de sesenta años de duración, los primeros veinte se empeñaban en estudiar, los siguientes veinte en ejercer y los últimos veinte en enseñar. Ahora vivimos una media de veinte años más en los cuales la salud nos suele permitir volver a estudiar, hacer trabajos solidarios y, por supuesto, enseñar. Él nos las compara con las mágicas etapas que vive un lepidóptero.
Nuestra primera fase, como la del huevo, es la de desarrollarse hasta nacer, crecer y aprender, la cual la ve influenciada por las estrellas. La segunda, como la de la larva, es la transformar al mundo con nuestro trabajo.
La tercera, como la de la crisálida, es la de crear nuestro propio mundo con esfuerzo y dedicación.
La cuarta, como la del adulto, es la fase en que el ser humano / mariposa vuela, llega a la cima de sus metas y deja una estela de sabiduría compartiendo su conocimiento, enseñando a través de su experiencia y acercándose al sol que nos da la vida.
Su vida nos la ha dividido en etapas de siete años. Con veintiún años, en 1976, estudiaba biología ambiental en la Autónoma. También estudió Ecología, siendo de los primeros en hacerlo en unos años que era casi desconocida. Causalmente en 1983, leyendo la revista Integral en Santander, conoció la Biodinámica. Entonces era profesor ayudante de Ecología en la Complutense gracias a su ejemplar dedicación. Se mudó un tiempo a Santander para trabajar en una de las Comunidades, regresando feliz al mundo rural. Dio el salto a Inglaterra para sacarse la Especialización de agricultura Biodinámica durante dos años.
De regreso a la península ibérica, se dedicó a la Ecología aplicada a la gestión de los parques naturales y logró con su equipo la nominación de Parque de la Biosfera. Inició y trabajó para emprenderlos en Los jardines lineales, que son huertos urbanos. Durante nueve años fue director de Biodinámica hasta 1990. Desde este año hasta 1997, vive en España y nos conciencia en la ecología.
Desde 1997 trabaja en Triodos Bank, banco ético de origen holandés que financia proyectos de aspecto sostenibles. Este hecho lo vivió como una reencarnación profesional en la Fundación, que dirige.
A partir de 2013 promueven el lema que dicta que en todo huerto haya una escuela y en toda escuela haya un huerto. El huerto es un aula que vincula la sociedad civil con la naturaleza. Es inclusivo, en él te puedes formar, aprender, fortalecerte e incluso acudir con discapacidades para integrarte y sanarte. Se aprende de la contemplación de la naturaleza, como se cita en el verso de Juan Ramón Jiménez de su Diario Al Cielo: <<Hoy te he mirado lentamente, y te has ido elevando hasta tu nombre.>>
Contemplando la naturaleza entendemos la grandeza de la evolución de nuestra propia vida, además de la vegetal o animal. En la diferenciación de una planta hay dos gestos vitales para entenderla, primero su expansión y después su contracción. Cuando parece que va a empequeñecer, tras semanas de crecimiento, aparece la flor. Esa flor, su inigualable belleza, la compara con la vejez, en la que nos hacemos más pequeños y al mismo tiempo lucimos con más luz. En la última etapa en la que menos fuerzas vitales se tienen, si se ha realizado un buen trabajo espiritual, se suman tantas fuerzas metabólicas que vives el auge de la creatividad y puedes llegar a ser tu propio maestro.
Compara la base de la agricultura Biodinámica con la obra de Fausto, escrita por Wolfgang von Goethe. En ella se cita una frase clave para cualquier cometido: <<a quien siempre se esfuerza con trabajo podemos rescatar y redimir.>>
Así es la tierra, se contempla, trabaja y cuida con entusiasmo, te salva y enriquece.
Declara que cuando trabajas con seres vivos de la filosofía de la ciencia, obtienes una visión organicista del pensamiento orgánico, como ya ejemplificó Rupert Sheldrake en La teoría de la resonancia mórfica.
Para Ricardo, la agricultura es social, una herramienta de salud que beneficia más allá que al cuerpo físico, llegando a nuestro polo metabólico. Se plantea si la actividad agraria es industria. Para él es más, es unir fronteras, fusionar el sol con la tierra. Por lo que visiona la industrialización como un grave error del que el mayor responsable es el ser humano.
Nos presenta el portal www.huertoseducativos.org. Con el proyecto aportan soluciones económicas con micro donaciones o Crowdfunding. Desde finales de 2015 han conseguido casi treinta mil euros. Quiere que les veamos como ayudantes para fomentar valores, mostrándonos proyectos realizados. En la sede central del banco en Las Rozas también cuentan con un huerto, en el que se puede aprender desde hacer nuestras propias cremas, nidos de pájaros o trabajar en el huerto en sí.
Como conclusión a su evolución y centrándose en el valor sénior que comparte con mYmO, en la vida debemos reconocer nuestras capacidades, desarrollarlas y finalmente enseñarlas para que la cultura se mantenga viva. Como comparte con Albert Einstein, la inspiración viene después del esfuerzo.
Sus últimas palabras antes del debate, las dedica a todo el crecimiento y enriquecimiento que la tierra ha aportado a niños, adolescentes y a la sociedad en general, por lo que nos invita a regresar a una vida más rural. Él mismo ha visto aumentar la autoestima en niños en exclusión de secundaria que se han animado incluso a enseñar sus conocimientos a sus compañeros, volviendo a sentirse unidos al grupo.
Se hace corto el tiempo ante tantas propuestas y soluciones para mejorar nuestras vidas a través de la naturaleza, el entusiasmo de emprendedores o la contribución de anónimos que queremos crear un mundo mejor, más inclusivo, sostenible o en equilibrio. Se da comienzo al debate.
Blanca nos habla de Norman E. Borlaug, creador de la revolución verde y Premio Nobel por conseguir semillas híbridas que han conseguido salvar del hambre a gran parte de la humanidad. Para ella, las propuestas de Ricardo se quedan cortas, pues sirven solamente para dar de comer a unos pocos que además deben pagar precios elevados por cada kilo.
Para el señor Colmenares lo importante es animar al encuentro social, a ejecutar las habilidades sociales… Es otra propuesta, una solución sin agroquímicos y con otros valores diferentes a los de Norman E. Borlaug. Es otra visión del mundo y del ser humano. La agricultura no es solo cuestión de llenar barrigas. Para él, La Revolución Verde es algo por lo que había que pasar para no repetirlo. Y va más allá con una pregunta para reflexionar, ¿las personas que se mueren de hambre es por escasa producción o por la sociedad? A la que él responde tajante: no, no, no, tiramos demasiada comida. Remite los informes del 2007 de la FAO en los que se declara que la alimentación ecológica es más sana y nutritiva.
Está claro que hay una dicotomía entre transgénicos frente a ecológicos, la cual se soluciona si leemos los informes que dejan clara la solución, se debe apoyar al agricultor y optar por una agricultura sostenible, ecológica y respetuosa con la tierra, y la propia salud de quienes la consuman. Sin embargo, los poderosos no quieren que estos dos modos de producir sean compatibles.
Bernardo, otro asistente, formado en Telecomunicaciones, se pregunta qué hace en este campo siendo profundamente un agrónomo y nos recuerda la importancia vital de volver a la conexión con la tierra.
Cada vez que puede, va corriendo junto a los agricultores que trabajan cerca de su casa y pasa tiempo con ellos, cuidando de la tierra y al mismo tiempo de sí mismo. También enseña a chavales a practicar deporte para sentirse más fuertes, sanos y alegres. Siente pena que ambos hábitos parezcan ausentes en una gran parte de la juventud y la sociedad en general, mayoritariamente urbana, acomodada y acostumbrada a comprar en grandes masas, dañando al pequeño agricultor.
Para Ricardo la pela es terrible y arrasa con todo. Afirma con tristeza que la pobreza tiene que existir para que ahora mismo, unos cuantos, vivamos como vivimos. Por supuesto que la naturaleza es vital y ahora es un buen momento social porque las personas están más concienciadas a pagar el precio justo, como por ejemplo se hace con la compra directa por internet.
Para ambos, viejo es aquel que no tiene ilusión por nada.
Para María Jesús, la agricultura es un elemento integrador. Por lo menos en el campo, la educación es para todos.
Para Eleonora, la agricultura es el mindfulness de antes y de ahora, que se puede hacer en comunidades para escapar del individualismo.
Ricardo recuerda que antes, la agricultura ecológica era alternativa y ahora se llama complementaria. Ambas visiones valen, ambas nos hacen crecer, lo vital es mantenernos todos juntos para llegar a la edad del compartir.
Un proverbio japonés nos devela que más importante que aprender es acostumbrarse a algo. Y eso es lo que en esta próspera mañana hemos contemplado en el ponente y en los asistentes, la gran mayoría acostumbrados a trabajar la tierra, llevar a cabos labores sociales inclusivas y hallar soluciones a problemas tan dispares como el cambio climático, el bulling escolar, la alta tasa de paro o la activación del talento senior.
El poema de Juan Ramón Jiménez comienza <<¡Inteligencia dame el nombre exacto de las cosas!… Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. (…)>>
Ese nombre que le pide J.R.Jiménez a la inteligencia, es para Ricardo el valor que le damos a la vida, su sentido. Y para él, el sentido supremo, el valor primordial, está en la observación de la naturaleza, la mejor maestra que existe en este planeta.