¿Por qué es importante que encontremos el equilibrio entre el pasado, el presente y el futuro?
¿Por qué es necesario encontrar un lugar dónde poner en valor las tradiciones y facilitar la transmisión del conocimiento entre generaciones?
Porque nuestro futuro también depende de nuestro pasado y sin pasado no hay presente, ni innovación sin tradición.
Porque los niños se vuelven jóvenes y los jóvenes adultos y más tarde viejos. Y ser viejo es un valor no una estigma. Porque los viejos, hoy llamados mayores, atesoran nuestro patrimonio cultural y nos enseñan el camino para avanzar.
A este propósito, viene al caso un viejo artículo de Javier Cercas, titulado la Dictadura del Presente.
Ese espacio donde «la inclinación a ignorar el pasado se ha vuelto más fuerte en una sociedad como la nuestra, dominada por los medios de comunicación.
Éstos, ahora mismo, no sólo reflejan la realidad; la determinan (y en cierto sentido la crean): lo que ocurre en los medios, ocurre; lo que no ocurre en los medios, no ocurre.
Este dominio abrumador, creciente e imparable tiene consecuencias positivas, la principal de las cuales radica en el control cada vez más estrecho que los medios pueden ejercer sobre el poder; pero también tiene consecuencias negativas, la principal de las cuales radica en que, dado que los imperativos excluyentes de los medios son la velocidad y la inmediatez, no hay tiempo en ellos para el pasado, convertido así en un lujo que apenas pueden permitirse.
El resultado de esta restricción es que los medios crean el espejismo de la autonomía del presente; es decir: la ilusión de que el presente puede por sí solo permitirnos explicar el presente, desde los problemas de Ucrania hasta la crecida del movimiento independentista catalán, pasando por todo lo demás.
Es completamente falso: a ese espejismo o ilusión es a lo que yo llamo dictadura del presente.
Por sí solo, el presente no explica nada, ni siquiera se explica a sí mismo; el presente sólo se explica, hasta donde se explica, gracias al pasado.
No porque el pasado sea el origen del presente y contenga sus raíces (o no sólo por eso), sino sobre todo por algo mucho más esencial: porque el pasado también forma parte del presente, porque es un pedazo o una dimensión del presente, sin el cual el presente no está completo y por tanto resulta incomprensible, del mismo modo que está incompleta y resulta incomprensible la situación actual de Ucrania o de Cataluña sin entender la Cataluña o la Ucrania del siglo XX.
“El pasado no está muerto”, escribió Faulkner en Réquiem por una monja; y añadió: “Ni siquiera es pasado”. Imposible decirlo mejor: el pasado nunca termina de pasar, siempre está aquí, operando sobre el presente, formando parte de él, habitándonos. Vivir un presente sin pasado es vivir un presente mutilado. Es decir: vivir una vida mutilada.»
Así es, nuestro futuro también depende de nuestro pasado y sin pasado no hay presente, porque el pasado también es presente y el presente pasado.
Fuente de la imagen: Entretanto Magazine
2 comentarios
Muchas gracias a sido de mucha ayuda este texto sobre el pasado ..
Les agradesco mucho ya que yo estoy estoy asistiendo a un grupo de recuperacion sobre adicciones…
Gracias al pasado estoy donde estoy gracias …
Qué bueno, nos alegramos mucho. Desde luego sin pasado no hay ni presente ni futuro.
Un abrazo y buena suerte;-)