Nuestra amiga Ana Rosa Abrahin nos envía este texto, escrito por ella misma y publicado como artículo en el diario argentino Los Andes. Ya ha colaborado con nosotros en una ocasión anterior, y de nuevo estamos encantados de compartir sus reflexiones en el blog. Muchas gracias, Ana Rosa.
Reflexiones sobre cómo encarar el tema de la vejez en una sociedad que no incluye a los ancianos en el centro de su pensar ni de su práctica.
“Todos cargamos con la responsabilidad de aprender de lo que sabemos del mundo y su pasado; el tiempo apremia, pero tenemos la capacidad de cambiar”, R. Southwood, pediatra inglés.
A veces, cuando admitimos alguna imperfección o disfunción social solemos proponer lo que damos en llamar una política social a modo de remediación, reforma, corrección, cambio.
Exigidos por la urgencia, no siempre recordamos que el mal sistémico sólo tiene soluciones sistémicas, por lo que toda política social tendría que ser componente de un sistema de políticas sociales.
Un dato a tener en cuenta en la búsqueda es si ella nos ayuda a conseguir la ampliación de nuestras oportunidades vitales, ya que, enfocados sólo en nuestras elecciones, dejamos fuera la importancia de los vínculos y de los puntos de referencia que no se logran por decreto.
Tengamos presente, al mismo tiempo, que están apareciendo nuevas formas que escapan a la mirada dura de las llamadas ciencias blandas, tal vez porque nos son mucho más visibles las formas fracasadas de búsqueda de vínculos y puntos de referencia.
Veamos: sabemos que nuestro recorrido por el ciclo vital es histórico; que a lo largo de los años fuimos armando organizaciones para servirnos; que con el correr de su función éstas se han convertido en un fin en sí mismas y hoy nos someten; que la distancia entre el ciclo vital y el que podríamos llamar ciclo institucional es abismal. De la suma surgió la consigna de humanizar las instituciones y la tendencia respondiente de construir puentes que los acerquen.
Para muestra basta una convocatoria con respecto a nuestros viejos: “Protección social de la dependencia”.
¡Toda una tarea descubrir en uno mismo las consecuencias de la cultura de la voracidad y del individualismo depredador! Resultado no buscado de efecto central etiquetado como “la corrosión del carácter”.
Y el conocimiento de nosotros mismos nos es indispensable para el conocimiento de la sociedad a la cual estamos ligados: solemos afirmar que quien es dueño de sí mismo y de sus cosas tiene un elevado grado de opciones; dicho de otro modo, es alguien que está capacitado para ejercer sus derechos vitales en amplitud y profundidad.
Además, en algún momento sentimos cuestionados y amenazados nuestros derechos vitales por impulsividad y/o letargo, por la idolatría del poder y/o del dinero. Derechos vitales que hacen, en su ejercicio, lo que definimos como nuestro desarrollo individual.
Las oportunidades vitales son “los moldes de la vida humana en la sociedad que determinan los límites de su desarrollo. Son ocasiones de la acción individual que surgen de las opciones y las ligaduras: las opciones son posibilidades de elección existentes en las estructuras sociales y las ligaduras o vinculaciones son las que estructuran la acción y suelen tener carga emotiva”.
Dos ejemplos: la invención de la imprenta y la cogestión en una organización.
Dos síntesis: las oportunidades vitales de la persona pueden ampliarse y las personas pueden desarrollarse en relación con sus oportunidades vitales.
Leo en un periódico extranjero: “Es obligación de esta sociedad dedicar los recursos necesarios para crear el marco que garantice las futuras expectativas de vida con el necesario orden social. Para ello necesitamos nuevas estructuras y modelos económicos que permitan convertir el gasto asociado a esta transformación en una inversión; necesitamos ser innovadores”.
Leo en una revista acerca del uso de Internet para la búsqueda de empleo y se me ocurre una síntesis acorde a esta columna: “Contaminación on line: para reemplazar sueldos altos se buscan sueldos bajos, para reemplazar oro gris se buscan nuevos talentos”.
Vuelva al título, por favor. Esta vez léalo entre signos de admiración e interrogación.
Es que, como dijo José Ingenieros, “los apetitos se hartan, los ideales nunca”.
2 comentarios
muchas gracias a uds por el espacio y la amabilidad de recibir mis aportes
cordial saludo desde mendoza, argentina
Todo un lujo contar contigo. Esperemos estar cada vez más conectados con Argentina y el resto del mundo. mYmO tiene vocación de ser un movimiento son fronteras. ;-) Gracias.