Autora: Isabel Casado
El trabajo de la mujer ha sido influenciado por la clase social de origen y por la formación y por las necesidades económicas y sociales. Si una mujer nacía en una clase social rica iba a colegios privados religiosos para estudios elementales y después piano, francés, viajes y cultura. Se casaba entre los de su clase y se acabó.
Por medio de la Ley Moyano a partir de finales del 1800 y con las Repúblicas, la mujer tuvo más acceso a la formación y pudo aplicar a empleos como secretaria, telefonista, cajera, dependienta, o profesiones como las de maestra o enfermera, aunque el grueso de la población seguía como ama de casa y/o en hostelería y en servicio doméstico.
En la guerra se paraliza la productividad: se requiere un gran número de enfermeras, costureras para uniformes y ropa de campaña y de mujeres que dedicaran su tiempo al servicio social y a la sección femenina del régimen franquista. En el Ejército Republicano también trabajaron muchas mujeres, aunque más en política y ejército.
Durante la guerra aumenta la pobreza, se desestructuran las familias, por los hombres muertos en el frente, en las cárceles y en los fusilamientos y por la salud muy precaria de la población. También pierde la vida un gran número de mujeres, en las cárceles, en los fusilamientos y en las grandes vejaciones.
La población era mayoritariamente analfabeta y en mayor número las mujeres, sobre todo en el mundo rural. La ley de Educación General Básica del 1970 hizo pública y gratuita la Escuela de 6 a 14 años, para tod@s. Su finalización otorgaba el Graduado Escolar, o Certificado de Estudios. Después el B.U.P. Bachillerato Universitario Polivalente, luego el C.O.U Curso de Orientación Universitaria, y después se podía elegir una carrera universitaria según ciencias, letras o mixto.
Tardamos uno años en conseguir la igualdad de oportunidades, para hombres y mujeres. Podemos decir que hasta los 80 no despega el nivel educativo. En esto años comienza a ser más generalizado el sistema de becas universitarias, de comedor, para la primaria, etc.
La educación sexista hasta la generación de los nacidos en los años 70 recarga a la mujer (niñas) con tareas domésticas y de cuidados a los hermanos y al padre. Todo esto salvo excepciones en aquellas familias que educaban a sus hijos varones con responsabilidades en las tareas de la casa facilitando la igualdad, pero repito que esta situación era minoritaria.
La mujer ha trabajado siempre. En el campo, en la casa, con los hijos, los padres ,los suegros… En las ciudades, las fábricas, los comercios, en la hostelería, en el servicio doméstico, y siempre con la responsabilidad de la casa, trabajase o no, por cuenta ajena.
Teniendo siempre en cuenta a las mujeres que estudiaron y formaron parte de la cultura y de las generaciones de literatas y artistas en el mundo, con el acceso a la formación la mujer se profesionaliza.
Aun así existe todavía una desigualdad de salario, por ejemplo para mujeres y hombres que ocupan el mismo rol en el trabajo. Pero creo que pronto se conseguirán desterrar estas diferencias.
Por arriba y por abajo quedan desigualdades que los derechos laborales irán conquistando, como el derecho a la maternidad y conciliación. La maternidad no es solo de la mujer y del hombre. La maternidad es de la protección de la especie.
A mis años contemplo con orgullo como las mujeres van consiguiendo sus metas en temas de Igualdad. Con la mentalidad de que hay que lucharla, como tantas y tantas mujeres hemos hecho con hijos, trabajo, divorcios, vivienda…
El residuo macabro de la violencia de género dificulta con odio las relaciones entre hombres y mujeres. No sé si lo veré pero esa educación empieza en la Escuela y en la Familia. Hay que poner mucha atención a la violencia intradoméstica y a la educación de los hijos.
Gracias a las ciencias de la salud, al conocimiento de la salud psíquica y social, hombres y mujeres vamos envejeciendo con otras metas de salud preventiva y con la ilusión de participar y compartir.
Mi deseo es que algún día ya no fuera necesario celebrar el día de la mujer trabajadora por plenitud de derechos.
Recordando a hombres y mujeres excelentes que nos han dejado o que en estos momentos están en ello, un lucero en el corazón.