Autora: Raquel Martín Grau
Las formas de comunicarse son esenciales en cualquier grupo humano, especialmente en etapas como la adolescencia: de transición y transgresión, de rebeldía e inseguridad, de confusión y cambio. Los adolescentes y jóvenes de hoy en día viven inmersos en un sistema de comunicación inédito, no experimentado por ninguna generación anterior hasta la fecha: el entorno digital. En lo que respecta a las formas de interacción hay, por tanto, una diferencia de comportamiento generacional.
No queremos decir que los adultos mayores estén desconectados y que los jóvenes estén todo el día con la cabeza en la pantalla. Los senior están conectados, de hecho cada vez más. Según este estudio de Pew Research, el 56% de los adultos mayores de 65 años en Estados Unidos tienen una cuenta activa en Facebook. El mismo estudio afirma que el porcentaje de usuarios adultos de Twitter en el país creció un 23% en 2014, y se cree que estas cifras vayan aumentando progresivamente.
De la misma manera, un estudio que el centro de estudios de Marketing Digital eMarketer hizo sobre redes sociales durante 2015 afirma que un 6,8% de los usuarios totales de Facebook son mayores de 65 años, y se prevé que la cifra vaya a crecer hasta posicionarse en un 7,6% a lo largo del 2016.
Entonces, ¿por qué hablamos de cambio generacional a la hora de comunicarse? No es tanto la cantidad de personas que están online, sino la forma en qué navegan. Los jóvenes ven legítima cualquier forma de comunicación online, y las usan tan habitualmente que ha llegado a tener para ellos la misma importancia que la comunicación cara a cara. En este artículo, por ejemplo, la psicoanalista argentina María Cristina Rother cuenta que se ha encontrado con pacientes jóvenes que han desarrollado un vínculo virtual con otra persona que han llegado a confundir con una relación amorosa o sexual. En lo que Rother describe como “formas de comunicación patológicas”, en las que hay “una situación de autoengaño” en la que se confunde un vínculo virtual con otro más personal.
Este tipo de situaciones también se puede dar entre los mayores de 65 años, pero sin duda las ocasiones en las que sucediese algo así serían mucho menores. Los jóvenes dejan entrar a la tecnología a todos los ámbitos de su vida, hasta los rincones más íntimos, cosa que no hacen en tanta medida los adultos más mayores. Los junior se comunican online con todas las personas que forman su particular micro cosmos: padres, amigos, familia, profesores, jefes, parejas, incluso desconocidos y hacen todo tipo de búsquedas online, desde pareja, piso, mobiliario o ropa de segunda mano, coche compartido, alojamiento, mascota, hasta pequeños negocios en su área a los que acudir como consumidor.
Las personas más mayores también tienen ese mundo a su alcance, pero lo usan con menos intensidad, probablemente porque desconfían, precisamente porque no han crecido en un entorno digital. Existe un escepticismo que personalmente encuentro sano, porque siempre es mejor ser prudente, pero que no nos debería frenar a la hora de experimentar nuevas formas de comunicación y conexión.
Leyendo la entrevista a Rother me he dado cuenta de una cosa. La psicoanalista se posicionaba en contra de los que creen que los que miran la pantalla del móvil están en una situación de aislamiento social, afirmando que era más bien al contrario. Una persona que mira al móvil y navega desde él se está comunicando, ya sea como receptor de una información o como parte participante en una conversación. Y me ha venido a la cabeza una imagen muy costumbrista a la que los habitantes de las ciudades ya estamos acostumbrados: el vagón de metro silencioso con casi todos sus pasajeros mirando a la pantalla del móvil.
Hasta que leí el artículo rechazaba esa imagen (de hecho cuando voy en metro me gusta sacar un libro y leerlo, no mirar el móvil, precisamente para sentirme una “no-alienada”), pero ahora la veo distinta, ya que me he dado cuenta que esas personas se están comunicando. De una forma diferente a la clásica, pero comunicándose, al fin y al cabo.
Las formas de comunicación han cambiado, y cambiarán más. Es normal que las generaciones más jóvenes se sientan incomprendidas hacia el escepticismo de los más mayores, y los senior se sientan aturdidos ante tanta novedad. Pero ambas generaciones se pueden adaptar perfectamente y sacar provecho de los cambios en las nuevas formas de comunicar. El entorno digital da las mismas oportunidades a todos por igual, ¡de nosotros depende aprovecharlas!
2 comentarios
Entiendo lo que expones y sin duda estoy (parcialmente) de acuerdo.
No obstante, dicen que la comunicación on line “acercan a los que están lejos y alejan a los cercanos”. Y además, la comunicación no solo son palabras, son gestos, miradas, expresiones, tonos. La combinación no verbal es, en ocasiones, mucho más importante que la verbal y ésta, jamás (creo) podrá conseguirse en formato on line. ¿Esperarías motivar, convencer, seducir o confiar a alguien o en alguien con un mero mensaje de texto? Ambas, la verbal y la no verbal, están abocadas a ir de la mano … porque en caso contrario se generará más ruido que comunicación.
Hola Alberto, tienes razón, la comunicación no verbal es esencial en cualquier interacción. Es algo que hemos obviado para la entrada, por lo que tu observación es sin duda muy interesante porque la enriquece. Leyéndola, a mí me surge también una reflexión: conozco a gente de mi generación, nativos digitales, que se comunican cada día tanto cara a cara como a nivel digital, que son mucho más tímidos en la interacción personal que en la digital. Es una cosa que desde hace unos años me tiene sorprendida, que no comparto y a veces hasta ni entiendo, inquietándome un poco.
Tengo gente cercana que en las redes sociales es una persona ingeniosa, irónica, graciosa y explica gran parte de sus reflexiones y que en las reuniones personales es callada y tímida. ¿Simple timidez o inseguridad? ¿Incomodidad hacia las miradas, los gestos, los roces y todo lo propio de la comunicación no verbal? No lo sé, pero tengo el temor de que esta tendencia vaya al alza conforme los nativos digitales vayan ganando peso y creciendo en nuestra sociedad.