María Amelia fue la pionera en España, casi sin planteárselo, casi por sorpresa. En 2006 su nieto le diseñó un blog como regalo por su 95 cumpleaños, para ayudarla a paliar la soledad que a veces sentía desde que sus amigas habían fallecido.
Lo probó y le gustó tanto que se convirtió durante un tiempo en la usuaria más mayor de Internet, y no era una usuaria cualquiera: en 2007 un jurado alemán le otorgó el premio al mejor bitácora en español. María Amelia murió en 2009, pero como legado dejó su blog, todavía abierto, con 2 millones de visitas de los cinco continentes.
Esta mujer gallega fue una de las primeras personas mayores en España que descubrieron el poder de Internet y aprovecharon bien el conocimiento y la capacidad de potenciar las habilidades sociales que la red nos cede. Han pasado ya 9 años desde que inauguró su blog, y el caso de María Amelia ha dejado de ser una rareza para convertirse en algo cada vez más común: mayores que deciden abrirse una parcelita en Internet.
En España hay infinidad de adultos que cuentan con un blog propio. Algunos van por libre, como Chema Menéndez. Otros pertenecen a plataformas que aglutinan a diversos perfiles, como es el caso de Franco Voli, que al margen de tener su blog, escribe para Mayormente en su espacio de “El Jubilado Feliz“. Otros se agrupan en directorios compartidos, como la comunidad Blogueros Mayores, en la que convergen blogueros de 60 años en adelante. En ésta última podemos encontrar una nutrida comunidad internacional con vibrantes ideas que se pone y se mantiene en contacto gracias a las herramientas que Internet pone a su alcance.
¿Pero qué diferencia un nativo digital de un migrante digital? ¿Cómo cambian las oportunidades y las recompensas que buscan los jóvenes respecto a los mayores?
Cuando una persona decide abrirse un blog y por tanto explorar y manejar un medio como Internet de forma cotidiana, se abren ante ella un abanico de ventajas, en muchos casos inéditas: Tener un espacio para poder expresar la propia opinión abierta y libremente; relatar historias y experiencias o compartir el conocimiento con todo aquél que quiera ser partícipe de él.
La verdad es que recibir comentarios, participar a debates y reflexiones y descubrir otros saberes, aumenta la capacidad crítica, refuerza muchas de nuestras habilidades y en definitiva estas experiencias, a la larga, pueden incluso aumentar la autoestima.
Además, participar activamente como bloguero/a, no solo cómo creador de contenido, si no también comentando o formando parte de una comunidad de blogs, hace que el círculo social se expanda, al relacionarse con autores de otras bitácoras, y el sentimiento de pertenencia a un grupo es algo muy importante.
Solemos decir que las personas mayores se sienten menos solas participando en las redes sociales. Pero qué nos mueve realmente: Las recompensas emocionales, el afán de conocimiento, el pertenecer a un grupo, el sentirse incluido, el ser visible?
Está claro que la experiencia y los intereses cambiantes hacen que todos interactuemos en internet de manera diferente, pero relativamente a los deseos: ¿Qué buscan los jóvenes en las redes? ¿Y los mayores?
¿Buscamos espacio en el mundo digital por razones diferentes o en el fondo, internet es otra las de cosas que no tiene edad?