El taller de guitarras Pedro de Miguel, situada en pleno corazón de Madrid, es un establecimiento artesano, fundado en 1991 por dos maestros guitarreros que se conocieron trabajando como aprendices en el taller tradicional más antiguo de la ciudad. Hablamos con Miguel, su propietario.
Imágenes: Miguel de la Cerda Monge
Miguel abrió la guitarrería con Pedro, su socio y compañero de taller, con miras a continuar el negocio mediante el legado familiar. Decidieron que cada uno enseñaría al hijo del otro cómo crear las guitarras. Pero su amigo Pedro falleció y actualmente es el hijo de Pedro, Rubén, el que aprende el oficio de la mano de Miguel.
Los inicios del taller fueron difíciles, “teníamos que competir con firmas centenarias”, aunque los esfuerzos y sacrificios de aquellos años, afirma Miguel, valieron la pena. “¡Subsistir en Madrid ya es bastante. Y llegar hasta aquí es mejor!” La recompensa es muy valiosa: ir a trabajar con ganas y contento, desempeñar el oficio que te gusta, sentir que lo que estás haciendo es especial o cuanto menos, diferente, realizando una ocupación artesana en un mundo que promueve cada vez más el usar y tirar.
A Miguel le cuesta trabajo sacar su negocio adelante. La razón principal son los elevados precios de alquiler de los locales comerciales en el centro de Madrid, como consecuencia de la finalización los contratos de renta antigua a partir de enero de 2015, en aplicación de la vigente Ley de Arrendamientos Urbanos. Muchos han tenido que cambiar a su antiguo casero por una hipoteca.
Imagen: Miguel de la Cerda Monge
Si a esto le sumamos los impuestos (especialmente el IVA, que grava el propio instrumento y la actividad profesional de los músicos, sus principales clientes), las dificultades económicas aumentan. “Si los profesionales no trabajan, esto se convierte en un círculo vicioso, no compran guitarras y se repara todo lo que se puede”.
Pero la economía pasa a un segundo plano cuando haces lo que amas. Entonces es precisamente cuando tu trabajo pasa de ser algo que te da para vivir a ser una forma de vida. En el proceso de creación de una guitarra no solo interviene el maestro guitarrero, también involucra a toda su familia, haciendo que el instrumento pase por varias manos mientras se fabrica. Miguel explica que siempre ha sido así, y que, por ejemplo, tradicionalmente eran las mujeres las que se dedicaban a barnizar, ya que el acabado requería más paciencia y precisión y ellas tienen más destreza en ese cometido.
El maestro artesano confiesa que mantiene un vínculo emocional con cada guitarra que ha creado; recuerda los momentos, las giras, los tocadores, las figuras… y las cuerdas que resuenan en nuestros corazones. Para realizar un buen instrumento se necesita “mucha intuición y muy poca ciencia”.
Un negocio con tanta historia cuenta con muchas anécdotas. Miguel sonríe explicando cuándo en una ocasión les compró una guitarra el grupo británico Supertramp, llegando con una limusina que ocupaba toda la calle, y se acuerda bien de aquel neoyorquino que no les quiso comprar una guitarra por ser demasiado barata (costaba 650.000 pesetas de la época, lo que actualmente equivale a casi 4.000€). “¡Las guitarras más caras las compra gente que no toca!”
Imagen: Miguel de la Cerda Monge
Cuida de Rubén, su aprendiz, y le intenta transmitir los valores de trabajo que ponía en práctica su maestro, inculcándole que lo más esencial es el resultado final e instándole a ser metódico y preciso. Para Miguel, lo más importante es cómo quede el instrumento al finalizar el proceso de creación. “A mí lo que me gusta es el resultado final. Soy muy meticuloso, demasiado, incluso a veces las cosas las estropeo por intentar hacerlo mejor. Es una constante en mí. Tengo que aprender a parar y decir a este punto ya está bien. Pero bueno tengo casi 55 años y no lo he conseguido.”
Se muestra positivo hacia el futuro. “Si hemos llegado hasta aquí seguiremos, sin duda”, afirma con determinación. Aconseja a los aprendices o a los jóvenes que trabajen en artesanía que le pongan mucha ilusión. Esa debe ser la característica esencial para poder mantenerte en el mundillo, ilusión en lo que haces. También recomienda a todos los que quieran comprar instrumentos musicales que no lo hagan por internet, sino que se acerquen a talleres artesanales y vean en persona, huelan y toquen las guitarras antes de adquirirlas.
Realización y edición vídeo: Miguel de la Cerda Monge
Hay algo de lo que Miguel está seguro: su materia prima nunca fallará. Mientras haya seres humanos en la tierra, la música seguirá siendo algo innato y bonito con lo que trabajar. “La música vive – concluye Miguel – aunque sea con dos botes y un palo.”
Mil gracias a Miguel y Rubén por su tiempo y su amabilidad, así como para la energía que respiramos allí con ellos.
Para cualquier información aquí tenéis su página web, aunque vale la pena visitar la tienda en la calle Amor de Dios, 13!;-)
4 comentarios
Dicen los argentinos que Gardel cada dia canta mejor. Vuestras guitarras sí que suenan cada vez mejor porque creo que toda la pasión y el mimo que poneis en hacerlas lo van soltando poquito a poco ,destilando un sonido crecientemente más puro y profundo.
Yo estoy feliz con la que me hicisteis en 1999…..y cada dia canta mejor.
Un abrazo muy fuerte para ti Miguel y para Rubén al que aún no tengo el gusto de conocer personalmente.
Creo que voy a animarme a comprar una Pedro de Miguel. Converse por teléfono con Rubén, me pareció muy amable y atento con la explicación. Soy de Argentina. E intentaré ir a la tienda a probar antes de comprar,. aunque estoy casi seguro el modelo que quiero.
Felicitaciones por la nota. Creo que jamás han olvidado su leyenda personal, por eso pueden vivir de lo que aman. Y es así como debe ser.
Saludos desde Argentina
Rodolfo
Estuve en la tienda y salí con las ideas muy claras de lo que voy a comprar, llevándole la contraria a Miguel porque no voy a probar la guitarra ya que no se tocar jeje, tengo 50 años he decidido aprender, estoy practicando en casa con una de baja calidad con las cuerdas muy separadas, Miguel me enseñó la guitarra ideal, presupuesto perfecto y para mi lo más importante para seguir progresando guitarra de calidad y comodísima.
Un saludo.
Acudí a esa tienda en busca de una guitarra flamenca, para mejorar mi vieja e imperfecta “contreras” de 1980, siendo una persona muy exigente y que ha aprendido a valorar con los años una buena guitarra. Fui días después de haber visto 5 o 6 guitarrerías sin acabar de convencerme ninguna y ahora pienso que me “alguien” me guió hasta allí. Nos atendió estupendamente Rubén (gracias por tu paciencia) y desde luego que ganó a un futuro cliente. Ahora estoy esperando a que tengan en tienda más guitarras de palo santo. La idea de poder personalizar la mía con las iniciales de ese “alguien” y con un clavijero diferente me ha entusiasmado. Desde luego que la atención al publico es excepcional y seguro que Miguel sabrá añadirle esa “magia” que requiere un buen instrumento.