Autora: Raquel Martín Grau
Cuando era adolescente, ojeando el apartado dedicado a Goya de mi libro de historia del arte, mi asignatura favorita, me llamó la atención un dibujo simple, hecho a lápiz y papel, que transmitía una fuerza y un mensaje muy potente. Mostraba a un señor muy mayor, con una cabellera y una larga barba blanca vestido con una túnica, jorobado, apoyado en dos muletas y con semblante serio, ceño fruncido y pinta de gruñón. A su lado, en una caligrafía barroca de manos refinadas, había dos palabras escritas: “Aún aprendo“.
Observé el dibujo largo rato, pasando los dedos por encima del ceño fruncido del señor, mientras repetía mentalmente las dos palabras grabadas en la ilustración. Y comprendí, después de pensar sobre su significado con mi mente de adolescente, que ese señor llevaba toda la vida aprendiendo, incontables días conociendo su alrededor, y todavía podía seguir descubriendo los misterios del mundo.
Esa imagen me hizo sentir infinitamente bien, incluso poderosa: sentí el valor de la vida, y supe que, si yo quería, podría aprender cosas nuevas cada día, desde ese día hasta que llegase el final de mi camino. Desde entonces, esa ilustración de Goya ocupa un lugar destacado, casi en el podio, en mi ranking de obras de arte favoritas.
El dibujo “Aún aprendo” me vino a la cabeza leyendo este artículo – Talento anciano una pedagogía para la vejez – de José Antonio Marina, filósofo, ensayista y pedagogo, sobre el concepto “geragogía”. Dicho término deriva del griego “geros” (anciano) y de “logos” (ciencia, estudio), y hace referencia a las técnicas de enseñanza destinadas a las personas mayores. Porque nunca es tarde para aprender.
No es que a los senior les cueste más aprender, es que gestionan el conocimiento de forma diversa. Como dice José Antonio Marina “el cerebro se reorganiza varias veces a lo largo de la vida para optimizar los recursos que tiene”.
El filósofo distingue cuatro tipos de talento: el infantil, el adolescente, el adulto y el anciano.
Para alimentarlos se deben optimizar los recursos intelectuales de los que se dispone en cada momento de la vida. Especialmente en el caso del cerebro anciano, cuando los conocimientos acumulados y las experiencias pasadas son notables.
La geragogía busca mejorar el talento de los cerebros senior, potenciando sus fortalezas. Una especie de gimnasia neuronal que fortalecerá las capacidades de quién la practica. Aunque parezca que a partir de los 60 años el aprendizaje o la gestión del conocimiento se ralentiza, quizás sea simplemente que la actividad neuronal se está adaptando a la nueva etapa vital y está variando su forma de procesar la información.
Así pues, tal como varía la forma de gestionar el mundo que nos rodea, también debe cambiar la forma de entenderlo y aprender sobre él. Pero que cambie no significa que debamos parar nuestra actividad didáctica, más bien al contrario: potenciar la capacidad cerebral ayuda a la autoestima y crea un sentimiento de autorealización, en todas las edades.
Se deben desmentir ciertos mitos, como que cada día que pasa perdemos capacidad neuronal debido a la muerte de neuronas. Hay estudios que demuestran que el cerebro va regenerándolas, lo que hace que su pérdida sea irregular, y desde luego no definitiva. José Antonio Marina afirma además que el espacio que ocupa una neurona al desaparecer se sustituye por unas conexiones celulares cuyo objetivo es reforzar la conectividad entre las neuronas que permanecen en el cerebro.
En su artículo, José Antonio Marina distingue además dos niveles de inteligencia: la generadora (las capacidades que tiene cada cerebro, esto es, lo que entendemos cómo “inteligencia” en sí, propiamente dicha) y la ejecutiva, que es la capacidad de gestionar dichas capacidades. La geragogía se centraría en potenciar la inteligencia ejecutiva para suplir las debilidades que podría sufrir la propia inteligencia generadora debido al desgaste del paso del tiempo.
También introduce el término “reserva cognitiva”, que hace referencia a la fortaleza cerebral que tenemos cada uno y que nos puede ayudar a evitar síntomas de ciertas enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. La reserva cognitiva se consigue entrenando el cerebro mediante la realización de actividades intelectuales, la lectura y el estudio. El cerebro es un músculo, y tal como nuestros músculos corporales agradecen el ejercicio físico y nos vuelven más fuertes, la gimnasia cerebral nos ayuda a conseguir un cerebro más sano.
Uno de los objetivos de la geragogía, pues, sería el de entrenar la inteligencia ejecutiva mediante la realización de actividades intelectuales a modo de ejercicio cerebral para fortalecer la reserva cognitiva y, en definitiva, volvernos más fuertes mentalmente para poder enfrentarnos mejor a las posibles dolencias neuronales que conlleva la edad. Aprender para fortalecer la salud.
Somos conscientes de la importancia del ejercicio físico para tener una vida saludable, y sabemos que el ejercicio produce afición y que realizarlo asiduamente nos hace sentir bien y nos quedamos con ganas de repetir. Hacemos deporte por salud, pero también porque nos gusta. Lo mismo puede suceder con la salud cerebral y el entrenamiento intelectual: podemos empezar por salud, pero acabamos aficionándonos y buscándolo por puro placer.
En el mundo actual, en el cual tenemos todo el conocimiento humano al alcance gracias a la maravilla de Internet, cada día nuevo es una oportunidad para instruirnos con algo que antes no sabíamos. Como el señor que pintó Goya, aún aprendemos, y puede ser así hasta que llevemos muletas, caminemos arqueados y tengamos el pelo blanco.
Para más información sobre las investigaciones y todas las numerosas publicaciones de José Antonio Marina aquí va su página web, y también os compartimos su proyecto, el Observatorio de innovación educativa, donde se analiza las tendencias pedagógicas y las acciones de innovación educativa que puedan contribuir a una mejora de la educación.