Autora: Laura Rosillo ( http://lrosilloc.blogspot.com/ )
El futuro se declina en primera persona del plural.
Los puestos de trabajo tal como los conocemos tienen fecha de caducidad y otros nuevos están por crear. Esto es nuevo para todos seniors y juniors… la transformación del mercado laboral y de los oficios y profesiones nos afecta a todos.
Millones de trabajadores tendrán dificultades para encontrar un trabajo, mientras que miles de empresas tendrán dificultades para contratar trabajadores adecuados en un mercado laboral cuya transformación se ha acelerado por la pandemia. Urge pues centrarse en los procesos de aprendizaje y transformación tanto de las personas como de las empresas. Valga como ejemplo el esfuerzo transformador de las profesiones (reskilling) que está llevando a cabo China.
En cada ciclo vital podemos aportar cosas diferentes. No sólo tiene que ver con la experiencia, tiene que ver con el presente de cada uno, con las necesidades, expectativas y deseos de cada momento vital que cambian a lo largo de la vida. De la misma forma nuestra contribución a la sociedad debe ir cambiando pues no podemos ni producir ni entregar nuestro talento de forma idéntica y homogénea según el momento que estemos viviendo.
Si vamos a vivir más tiempo y vamos a contar con la ayuda de las máquinas y los robots para aprender, debemos saber que a lo largo de nuestra vida pasaremos por diferentes profesiones, empresas, grupos de trabajo, proyectos, mercados laborales…
En la transformación de la sociedad y el trabajo estamos todos comprometidos sea cual sea nuestra edad y experiencia. Si el aumento de la esperanza de vida y la longevidad supone la convivencia de más de cinco generaciones vivas deberemos revisar nuestros modelos de aprendizaje, colaboración y solidaridad intergeneracionales.
Fuente: https://youtu.be/EJwRAdjrthc
La transmisión del conocimiento y de las habilidades necesarias para “ganarse la vida” históricamente tuvo lugar dentro de la familia y la empresa reproducía también este esquema familiar y patriarcal. Oficios y valores se transmitían de padres a hijos, de abuelos y otros parientes mayores a nietos, de seniors a juniors.
En las últimas décadas las interacciones entre generaciones se han vuelto más limitadas por cambios en la estructura familiar, por ejemplo. En Europa se ha incrementado considerablemente el número de personas que viven solas o en pareja. O por el incremento de la movilidad de los trabajadores que es más probable que se alejen de sus comunidades de origen y se trasladen a otros lugares (urbanos) en su propio país o en el extranjero. También por el aumento de las actividades tanto educativas como de ocio segregadas por edad, y por el extensivo e intensivo uso de Internet y de los sistemas online para las interacciones sociales.
En el ámbito laboral, las políticas que fomentan la jubilación anticipada de los empleados mayores de 50 años y su mayor propensión a ser despedidos o a ser rechazados en procesos de reclutamiento y selección a causa de su edad por parte de los empleadores, ha reducido las oportunidades de transferencia del conocimiento tácito a los jóvenes que ingresan en el mercado laboral.
Al mismo tiempo, los jóvenes tienen cada vez más dificultades para afianzarse en un mercado laboral inseguro y precario, debido a la crisis tanto económica como sanitaria y a su falta de experiencia laboral. Una pescadilla que se muerde la cola y que supone además una entrada tardía en el mundo laboral (sólo un 37% tiene trabajo a los 24 años).
A medida que la comunicación y la cooperación entre generaciones se ha vuelto más limitada crecen los prejuicios, los estereotipos y la discriminación por edad (edadismo).
Tales estereotipos y prejuicios contribuyen a incrementar la desconfianza entre generaciones, la falta de equidad intergeneracional y la falta de cohesión social.
Como ya hemos apuntado anteriormente, es imprescindible revisar los sistemas de comunicación, aprendizaje y relación para restaurar la confianza y la solidaridad intergeneracional.
Cuando se habla de relaciones intergeneracionales en la empresa se suele hacer referencia a procesos de “mentoring” en los que un trabajador sénior transmitía su conocimiento y experiencia a un trabajador júnior (últimamente también hace referencia al “mentoring inverso” en el que un trabajador júnior transmite su conocimiento y experiencia, normalmente en nuevas tecnologías y metodologías, a un trabajador sénior). En algunas empresas, las menos, hace también referencia a la elaboración de planes de sucesión y a la transferencia de conocimiento tácito en el momento de la jubilación, sobre todo en empresas donde las habilidades de los trabajadores sénior son escasas en el mercado laboral.
El aprendizaje intergeneracional hasta hace bien poco adquiría un formato tradicional: un trabajador experto (formador) que posee un conocimiento o una habilidad instruye a un grupo inexperto (alumnos) que no los posee. La interacción entre ambos puede oscilar desde la más unidireccional, la clase magistral, en la que el alumno no interviene, sólo escucha, a enfoques más dinámicos en los que se entra en el diálogo, el debate, la mayéutica… como en las sesiones de tutoría o “mentoring” en los que sigue habiendo un liderazgo: el del tutor o mentor.
Los acelerados cambios y transformaciones que estamos viviendo, las diferentes revoluciones tecnológicas que están propiciando nuevas maneras de comunicarnos, relacionarlos y compartir, convierten estos sistemas de aprendizaje en obsoletos, ya que sólo permiten la transferencia de conocimiento antiguo, necesario, pero no suficiente para abordar los nuevos retos, los nuevos problemas y las nuevas situaciones a las que debemos enfrentarnos día a día.
El conocimiento caduca y se vuelve obsoleto rápidamente y esto exige que el aprendizaje se centre en la construcción ágil y permanente de nuevo conocimiento, de nuevas perspectivas y soluciones para cada nuevo reto que aparece en nuestro horizonte.
A medida que se acelera el cambio, también lo hace el proceso de obsolescencia del conocimiento.
Y este escenario volátil, incierto, complejo y ambiguo e hiperconectado (VUCAH) nos afecta a todas las generaciones por igual. Tal vez por primera vez estamos todos en la misma línea de partida y por este motivo podemos construir nuestro futuro de forma colaborativa sin dejar a nadie atrás. Para ello necesitamos de nuevas metodologías, de nuevas maneras de compartir que nos permitan construir entre todos un nuevo contrato social.
El mismo Internet que durante estos meses de pandemia y confinamiento nos ha servido de distracción y consuelo, puede ser el campo de batalla de una nueva revolución que nos devuelva la conversación, el debate pausado y reflexivo, los espacios de aprendizaje colectivo.
Sumando la riqueza de la diversidad generacional en equipos “perennials” que según la definición de Gina Pell son grupos constituidos por personas de todas las edades en constante crecimiento que continúan luchando, siempre relevantes y no definidas por su generación; personas en constante crecimiento que trascienden los estereotipos y hacen conexiones entre sí y con el mundo que les rodea.
Fuente: https://youtu.be/Gio5QirB7Lc
The Perennial Mindset in the Era of Ageless with Gina Pell
Y dirigidas a los “perennials” las nuevas maneras de aprender tienen que ver con las comunidades de aprendizaje y las redes sociales corporativas. Primero organizarse en redes, agruparse de forma libre u espontánea para ser a la vez todos maestros y aprendices en la construcción de un mundo mejor. Netliving y Coliving como nuevas estrategias de aprendizaje.
Netliving que, según la definición de John Durking, propone la creación de redes como sistema de apoyo para compartir información y servicios entre individuos y grupos que tienen intereses comunes. Redes que propicien el aprendizaje permanente, el equilibrio emocional, las segundas carreras profesionales, el voluntariado y la resolución de problemas nuevos.
Netliving porque tejer redes de aprendizaje, de práctica, de interés…, creará el caldo de cultivo, el repositorio, la espoleta de creación permanente de nuevo conocimiento. Redes sin jerarquías en las que cada uno aporta su conocimiento y experiencia para configurar colaborativamente un nuevo escenario.
“No es lo que uno sabe sino a quién conoce, lo que cuenta.”
En otros tiempos más simples, cuando la mayoría de la población mundial vivía en pequeñas aldeas donde todos conocían a su vecino, no había necesidad de construir redes porque ya existían; la iglesia, la plaza o el bar del pueblo solían ser el centro de la red.
Con la complejidad de la sociedad actual se ha hecho necesario hacer un esfuerzo concertado para establecer redes de apoyo que nos ayuden a ser exitosos y felices.
Internet nos facilita ese espacio de búsqueda, contacto y encuentro. LinkedIn, por ejemplo y en particular, es un espacio profesional centrado en la creación de redes de ayuda e intercambio y la base para construir, fuera de la empresa, espacios colaborativos de aprendizaje mutuo.
La pandemia y el confinamiento han facilitado a través de las plataformas colaborativas (ZOOM, TEAMS, MEET… y tantas otras) la creación de estas comunidades de valor en las que se aprende, se comparte conocimiento o experiencias, se solucionan problemas y se alcanzan retos de forma colaborativa.
Y como alternativa a esas viejas estructuras organizativas piramidales aparecen espacios de coliving Tampoco nos sirven ya las tradicionales relaciones empleador-empleado, mi tiempo a cambio de una nómina, y cada vez más gente busca alternativas residenciales y de convivencia a la estructura familiar del siglo XX, agrupándose en grupos, tribus, que comparten intereses y gastos.
Extensión o evolución del coworking, el coliving aparece en Silicon Valley y propone compartir además de un lugar de trabajo o de ocio, una vivienda que abarate los costes de alquiler que en muchas ciudades y pueblos están alcanzando precios insostenibles para economías cada vez más precarias. El coliving, sin embargo, va más allá de una forma de compartir gastos, se trata de una forma de vida que valora más las experiencias compartidas más que las posesiones individuales como coche o casa. Se inserta dentro de las iniciativas de la “economía colaborativa”, modelo en que los servicios son considerados bienes de intercambio. En las iniciativas de coliving todo está pensado para compartir experiencias dentro de la comunidad.
Fuente: https://youtu.be/hOMy90fT9fw
En conclusión, revolución tecnológica y pandemia han abierto la posibilidad de reiniciar para transformar espacios de trabajo y convivencia, humanizando la aportación de las personas a los procesos de producción incrementando lo que nos caracteriza como especie: nuestra capacidad de crear e inventar nuevas y mejores formas de convivir y desarrollarnos comunitariamente.