Autora: Raquel Alameda
El último encuentro antes del descanso veraniego de Viernes Visten Canas queda envuelto literalmente por el Arte, con mayúsculas, de Dolores Baldó.
Vive expresando su creatividad, desarrollando técnicas, innovando diseños, enseñando con pasión y dando ejemplo. Además, ha publicado numerosos artículos, realizado ponencias y escrito un libro de la ‘Historia en la encuadernación moderna y contemporánea’.
Es un honor comenzar este fresquito día arropados por la sabiduría en sus palabras y la contemplación de algunas de sus obras de Arte.
Dolores encontró su vocación por la inercia de ‘desvíos’. Con padre arquitecto, pasó su infancia con el deseo de imitarle. Pero a la hora de matricularse en la Universidad decidió estudiar Historia del Arte. Al acabar se dio cuenta que le faltaban los aspectos histórico-sociales de las generaciones pasadas, sus culturas, su relación intergeneracional, etc. Sin dudarlo, estudió Antropología y Etnología.
Para sacarse un dinerillo extra como estudiante, decidió encuadernar junto a un compañero, unos cuadernos de colores vivos y sencillos diseños. Este primer paso de hacer artesanalmente cuadernos de apuntes, vino seguido de la entrega más original de su ‘tesina’. Ella misma la encuadernó con mucho mimo y telas preciosas, sólo que a la hora de entregarla, sus hojas se salían.
Aprendió del error y se quedó con la satisfacción de haberla encuadernado sola y sin medios profesionales. La convicción que podía hacerlo mejor y esos colores escogidos, telas seleccionadas con exquisitez que entusiasmó a sus profesores, la llevó a inscribirse en una escuela de encuadernación, otro ‘desvío’.
Se adentró en este mundo en un momento en el que sólo se podía encontrar encuadernaciones clásicas, en pieles, con oro, estilo retrospectivo o una más humilde, sencilla, típica de bibliotecas. Aprendió muchísimo con la idea de hacer algo diferente a lo que encontró.
Entonces llegó a su vida Ana Ruíz Garrea, fue su amiga y gran maestra en el mundo que ella quería crear. Ana empezó a aprender con una profesora particular en su casa, se aficionó y se matriculó en la Escuela Nacional de Arquitectura y Arte Visuales, justo lo que Dolores quería hacer junto a su estudio puro de encuadernación de Arte.
Dolores pasó a ser la aprendiza de Ana, primero en su casa y después en la escuela que Ana fundó. La exigencia técnica era tremenda y se acompañaba de dotar a cada libro de una singularidad única que entusiasmaba a Dolores. De Ana también aprendió a regalar nuevos estilos y diseños más abstractos, con manchas cromáticas, nuevos planos que permiten al libro brillar abierto. Ana le enseñó el concepto de la decoración de la encuadernación, que ya se desarrollaba en otros países europeos pero en España no.
Tanto se entusiasmó con todo lo que aprendió a hacer, que decidió fundar, ser socia y miembro de la Junta Directiva en la Asociación para el Fomento de la Encuadernación de Arte (AFEDA), para que la encuadernación en España tuviera un desarrollo y reconocimiento que no tenía hasta entonces. Empiezan a hacer exposiciones con fundaciones, revistas o incluso El Museo del Prado o Fundación Central Hispano.
Comenzaron a proliferar escuelas privadas de encuadernación artesanal, a utilizarse papeles tintados a mano, etc., todo cada vez más artesanal y exigente. Aunque a día de hoy sigue sin haber una titulación oficial, lo cual es un hándicap.
Otro desvío en su vida se produce cuando Ana se va a vivir a París en el 2003 y ella le pide que se haga cargo de su escuela como profesora. Su primera palabra fue ‘honor’ y la segunda ‘horror’. Desde ese miedo inicial, ha pasado a hacer un balance positivo en 15 años de docencia. Sigue aprendiendo de cada alumno, presentación o profesores de muchos países que traía Ana… En aquel momento fue una revolución.
El año pasado tuvo otro desvío: ahora quiere aglutinar la encuadernación con la restauración y la técnica del dorado, que es trabajar con el oro. Abrió un pequeño taller en Aravaca donde poner en práctica las tres técnicas a la par que continúa con la docencia. Una especie de co-working. Vive compaginando su labor de docencia, organización de eventos y exposiciones o actividades relacionadas con la encuadernación. ‘Y hasta aquí hemos llegado’, Dolores hace una exposición breve, clara y tan singular como cada una de sus obras de arte.
Respondidas están las dos primeras preguntas que se plantean a los ponentes, cómo llegó al oficio y cuáles han sido sus maestros. Para responder a la tercera, qué recomendaciones puede dar a los jóvenes que quieran comenzar en el mundo de la encuadernación, nos volvemos a encontrar con el hándicap que vimos en el mundo del doblaje, no hay titulación oficial. Además casi ya no se encargan encuadernaciones, a no ser el B.O.E. o ediciones especiales.
La encuadernación de arte sobrevive gracias a los poquísimos bibliófilos que quedan, algo que ella ha solventado gracias a crear un concurso con premio a las mejores encuadernaciones. Afortunadamente la Biblioteca Real de Palacio, al frente de María Luisa López Vidriero como directora, retomó la tradición en el año ’90 de mandar editar y encuadernar un libro con el Premio Reina Sofía sobre poesía Iberoamericana poesía junto con la firma real de la Reina y en colaboración con el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Este año el ganador ha sido Rafael Cadenas. Esta decisión ha fomentado la encuadernación y permite observar en la Biblioteca Real la evolución de los trabajos que se han ido realizando a lo largo del tiempo.
En este declive, Dolores quiere ver luz, especialmente en su alumna Blanca, su gran esperanza, que trabaja en una reprografía. Ha empezado a producir encuadernaciones de pequeñas ediciones, enriquecidas con fotos y acabados innovadores. El mundo del foto-libro, foto-grabados, encuadernador…
Enfatizo que cada uno de sus libros encuadernados es una ‘obra de Arte’. Es un trabajo en el que ella comienza leyendo el libro, estudiando sus grabados y dibujos, entendiendo la intención del autor, etc. Este tiempo invertido en estudiar cada obra, le lleva a acertar en cual puede ser la portada más apropiada, el tipo de papel en el que se imprimirá, qué grosor de cartón llevará… El resultado es único, exclusivo y añado admirable. El libro en sí mismo es un lienzo que ella transciende creando armonía entre lo que ya está hecho y el resultado final perfectamente acabado con técnica precisa.
Cada libro es un objeto singular en sí mismo, y según sea o pese, tendrá un lomo más grande o pequeño o una tela particular. Cada detalle le permite entrar en una faceta mucho más creativa.
Dolores incluso redacta junto a cada trabajo qué le ha llevado a finalizar el libro de una cierta manera o de otra, qué le ha inspirado, qué ha determinado el acabado en un color, tela o piel.
Además para ella es fundamental evitar materiales tóxicos, ya que los libros se sostienen prolongadamente sobre las manos. Utiliza muchos curtidos vegetales con una total ausencia de acidez. Ella utiliza policarbonato, que no le da problemas. El diseño no lo justifica todo y se tiene en cuenta el respeto al libro y al trascurso del tiempo. Es un mundo de constante innovación, investigación, evolución y respeto al medio ambiente y la salud, al igual que en los oficios que hemos contemplado hasta ahora. Trabajar con un libro en sí mismo es muy gratificante.
Dolores ya no compra libros de bolsillo porque el resultado de este consumismo es insostenible y además ya no entran en casa, por lo que nos advierte de la sinergia entre la edición especial y la encuadernación. Cuanto mejor es una, mejor es la otra, se alimentan recíprocamente. El mundo digital debe incentivar la publicación de ediciones especiales con encuadernaciones más elaboradas, como ya sucede con el auge en el foto libro. Mientras ambas vayan de las manos, su oficio seguirá vivo.
También se encuaderna en el mundo infantil, cualquier libro es susceptible a ser encuadernado. Ella incluso fue a la Embajada de China para que alguien le escribiera el título en chino, aunque la edición estaba en español.
Dolores se enamora de todos sus libros, aunque de todos se desprende. Es un amor que pasa del reto, descubrimiento, acierto-error, tensión y la sorpresa final. El tiempo le hace sentir satisfecha de cada una de sus obras de arte. De hecho, es imposible imitar una, puede salir parecido, pero nunca igual.
Nos despedimos de Viernes Visten Canas hasta Octubre y recibimos al verano con la creatividad a flor de piel. Gracias a Dolores Baldó y a todos los participantes de unos Viernes Visten Canas enriquecedores en alma, mente y espíritu.