Autora: Raquel Alameda
En esta quinta edición conocemos a José Sanchís Sinisterra. Su trayectoria es tan amplia e inquieta como los movimientos de sus manos o las volutas de humo de sus inseparables cigarros, que contemplan maravillados las ingeniosas creaciones de un hombre incombustible, “que se mueve entre las fronteras de la teoría y la práctica, oscila entre su condición de director y dramaturgo, entre la de maestro y eterno aprendiz”, al que no hay ni océano que haya frenado.
El señor Sanchís es dramaturgo y director teatral, Premio Nacional de Teatro (1990) y Premio Nacional de Literatura Dramática (2003), autor de más de cuarenta textos teatrales y un extenso historial más que ustedes pueden ver en internet. Solo que en estos deliciosos desayunos que nos ofrece mYmO tenemos el privilegio de conocer a un José más allá de su vida laboral, un hombre hecho genio gracias a seguir ofreciéndonos su experiencia con pasión, esfuerzo y un agudo sentido del humor.
El desayuno da comienzo con “La Cabeza de José“ un documental que indaga en el sistema de investigación sobre la dramaturgia actoral que José Sanchis Sinisterra lleva a cabo en La Corsetería Nuevo Teatro Fronterizo desde el año 2012. Apreciamos observar el proceso creativo que oscila entre el figurativismo y el teatro.
Su charla empieza “ya sólo ante el peligro” advirtiendo que “la mañana no es su mejor momento intelectual pues toda su vida ha sido noctámbulo, con lo que su charla no será nítida”, algo que pasa inadvertido e igualmente brilla gracias a los madrugones que se daba para dictar clases en un Instituto de secundaria en Barcelona en el que a las nueve ya tenía que explicar a Bécquer.
Primeramente nos habla del proyecto que ahora desarrolla, el que vimos en el documental, bautizado como ‘Colaboratorio’ con el que quiere ‘concretar en común el objetivo de la práctica’ en talleres de dramaturgia electoral. Nació de una pregunta: ‘¿Está el teatro condenado a la figuratividad?’ Y basado en la poetividad, o lo que lo mismo, valorar que lo connotativo tiene una presencia influyente en la palabra. Ante todo nos devela que toda su carrera existe por “plantearse permanentemente preguntas que le hacen avanzar.”
Sus inicios fueron en la “Dramaturgia coral en un instituto de Barcelona camuflado que dotaba a los actores de una interacción sincera y auténtica en la esencia de la escena.” Algo que hasta entonces se había mantenido obsoleto. Así pues, afirma que “la dramaturgia no es un lastre del teatro”. Ya en aquellos años se demostraba que “la innovación no viene solo de la tecnología; viene de la palabra y de la escritura generadas en la soledad del actor”.
Solo que en la dramaturgia hay un buen trecho entre lo pensado y lo actuado y a José le surge la pregunta ‘¿cómo demonios se monta esto?’ De la que le nace ‘una curiosa excitación’ tan eterna como su ganas de seguir aprendiendo, descubriendo, ingeniando. “Se llega a nuevas, que a menudo son muy viejas, formas de actuar y montar.”
Ha logrado hacer “talleres de tiempo restringido por toda Europa”. Ha desarrollado diferentes modalidades de monólogos, composiciones teatrales gracias a partituras , trabajo escénico y visceral con los que lograr entrar en contacto con los objetos. “El destino de la dramaturgia es el cuerpo y la voz del actor” y ésta se debe adaptar a ellos. En cambio, “el actor tiene la meta de llegar a las escalas de la partitura teatral a través de la conciencia.” Tanto es así, que “muchos actores se ponen a escribir al poco tiempo de empezar a actuar, cuando más vivos están, porque confían que la palabra va a ser respirada y palpitada por un cuerpo.”
Sinceramente nos desvela que vive “permanentemente condenado a estar con gente muy joven, por lo que su envejecimiento lo hace en solitario”, el cual no le frena en sus cometidos. De hecho llega “con la resaca de un homenaje póstumo” gracias a un taller de dramaturgia en el que presentó su libro ‘Prohibido escribir obras maestras’, en la sala Bécquer. Este permanente contacto juvenil “le obliga a sintonizar con las nuevas generaciones, lo cual es un privilegio que le ayuda a controlar las rémoras que el tiempo va sedimentando.” Aunque “se niegue a entender esta tendencia a que haya más vida en internet que en la calle o a tener un móvil que le haga vivir en un terreno engañoso.” Por lo que en sus obras el móvil brille por su ausencia. “El centro de su obra es la interacción cuerpo a cuerpo y en el espacio.” Aunque le toque reconocer que “en las redes se puedan fraguar tramas tan duras y dolorosas como en la realidad.” En su obra ‘Tres días sin Charlie’ recoge lo que se publicó en las redes sociales tras un suceso utilizando sus esquemas. “Por lo que no hay incompatibilidad entre la era digital y el teatro.”
Su vocación empezó muy pronto, la cual surgió irrenunciable a la literatura. Utiliza una expresión en catalán que le gusta y se define como “lletraferit”, o literalmente herido por la letra. Leal “amante de las letras”, enfatiza. A partir de los 13-14 años, “cayó en una academia que era un nido de rojos, anti franquista en Valencia”, ciudad que le vio nacer. “Los alumnos le llevaban a excursiones y era mixta. Allí empezó a crecer su imaginación “rozado por el culo de la Conchi”, con enorme margen de iniciativa, que le permitió poner de moda en el recreo escuchar los capítulos que él escribía hasta lograr que algunos de sus compañeros pararan de comer el bocadillo. Así descubrió “la magia de compartir” sus novelas. Como cuando escribía relatos con sus familiares y todos escuchaban atentos sus respectivas aventuras en África pisando mierda de elefante o escalando una montaña.
Pedro Muñoz Seca fue su primera interpretación como actor para aceptar que disfrutaba más delante del telón, jugando con las palabras. Dejó la interpretación e incluso la poesía y se dedicó en cuerpo, alma y espacio al montaje de obras de teatro, a unir lo más básico e íntimo del ser con el grupo. “Otredad aún mayor si se comparte con lo público.”
Continúa adentrándose en los dos pilares del teatro-poética que son la mímesis y la empatía, y ambos han abierto un rico campo de investigación. En la Universidad de Roma “La Sapienza” se toma como estudio el teatro y su relación con la neurociencia. Incluso existe un libro que relaciona a los actores con los neurólogos y es uno de los miles con los que José se ha enriquecido.
Se declara poco sociable, busca su intimidad. Y justo ahora que se siente más despierto, da inicio a lo más sincero y profundo de su charla, su amor fiel a América Latina, a la que debe lo mejor de su carrera y por la que se identifica orgulloso como “escritor latino”. En su vida hay un antes y un después tras “cruzar el charco”. Todo empezó de la mano de su tío, la que escribía las cartas que su familia recibía desde el México al que emigró como periodista del gabinete de prensa para el Gobierno de Cárdenas. José leía esas cartas imaginando esa tierra mítica de protección y cuidado. “Ese primer contacto le hizo enrojecer como un rojo no sistematizado.”
Su primer viaje a esa América soñada surgió en el Teatro Fronterizo que le invitó a representar en el Festival de Manizales, Colombia. Al año siguiente vivió en Medellín y se nutrió de Sábato, Cortázar, Juan Rulfo, Elena Garro… Admiraba y se inspiraba con la fortaleza de sus gentes, que resistían la opresión de las guerrillas, las balas, los diarios conflictos. Aun así, se reunían y creaban, incluso de modos no siempre directos. De esas tierras sudamericanas tan enriquecedoras solo le queda por pisar Santo Domingo, de la que no descarta enamorarse aunque la edad le esté limitando sus viajes.
En sus primeros viajes a Buenos Aires se hizo una pregunta que cambiaría el planteamiento del resto de su trayectoria: “¿esto lo entendería un público argentino, uruguayo o chileno?”
Recopilando todo lo que nos ha revelado, saca a la luz lo que descubrió en su reciente presentación de su libro: “ha tenido que cambiar el concepto del ‘receptor’ ”. Para evolucionar ha estudiado teoría literaria, física cuántica, neurociencia o ‘estética de la recepción’, idea que surgió en Alemania y pone el acento en como la obra se genera para un lector modelo, ideal, figura textual para la cual se crean todos los textos. Su estudio es constante y diario y éste le lleva a plantearse “qué quiero que ocurra en la mente del receptor”, lo que supone el único factor de control en su caos de escritura. Su receptor se le presenta limitado, híbrido, una quimera.
Nos recomienda jamás convertirnos en monstruos capitalistas y formar parte de la tendencia a la globalización para hacerla un concepto más común.
A raíz de su proyecto “Trilogía Americana”, obras estrenadas antes del ’92, evocó y conoció a musicólogos, antropólogos, actores, etc., gracias a cartas por Correos. Fue una presentación crítica de lo que venía. “La conquista del otro es la conquista de México” fue la base para elaborar esta iniciativa con la creación de ‘Naufragios’ de Álvaro Núñez, su obra preferida que nunca llegó a estrenar “por ponerse chulo”.
Otro impacto que modificó su rumbo fue estudiar la Historia Precolombina. Si con casi todo destruido sigue quedando tanta belleza y riqueza, ¿qué no habría cuando ese Imperio vivía en su esplendor? Una de sus lecturas preferidas es ‘Los cronistas de Indias’. Desde entonces “sus neuronas se mantienen ambiciosillas”.
Para él escribir por encargo es interesante porque le baja el ego, aunque “sin bajarse los pantalones”.
Solo el tiempo, que se ha esfumado en un suspiro, le impide seguir hablando y dejamos paso al coloquio abierto. ¿Qué parte le da a la estética? Responde que durante muchos años escribió para montar todo él mismo, los factores de puesta en escena ya estaban implícitos. Sin embargo, su descubrimiento de Bécquer en ‘Días felices’ hizo que se cayera del cabello para darse cuenta que éste había llegado a la mínima expresión de la austeridad con un grado máximo de exigencia, de cuidado. En contra punto está el ‘International festivalera’ que exhibe el cuanto más mejor. Desde Bécquer aplica ‘less is more’, aprendió a delegar, dividir, crear en unión y hacer todo en grupo. Su terreno son las letras.
¿Qué relación hay entre neurociencia y teatro? Para él es inherente, pues “nada al teatro le es ajeno”. Siempre se debe estudiar la mente humana. Por ejemplo, ‘las neuronas espejo’, en las que radica el teatro y también poseen los primates. Reitera el fundamento de la mímesis y la empatía como pilares del teatro y la poética. O la proximidad de la sinestesia y la metáfora en el hemisferio izquierdo, el racional, sistemático, que nos obliga a controlar todo antes de escribir. Aún si no siempre escribe solo con el izquierdo pues lo ideal es unir los dos para una escritura fluida y también visceral, que logra con “ejercicios de pistola en la nuca” que activan el hemisferio derecho. La fusión del derecho, o como él lo llama “poética del sueño”, analógico, con el izquierdo, racional y controlado, le dota a los textos de veracidad que monta con cuidado y minimalismo.
Cuando se le pregunta a qué se renuncia en una carrera tan dilatada, su primera respuesta es una sonrisa. Declara no haber tenido necesidad de renunciar a nada pues todo lo que ha hecho ha sido un lujo desarrollarlo. Se ha divertido en cada proyecto, ha disfrutado, crecido. Nunca renunció a la televisión pues la tiene fobia. Evitó un cierto tipo de vida social y buscó relaciones más cercanas y transcendentales. Y el único deporte que confiesa haber hecho es levantar sus cigarrillos o miles de libros; caminar para conocer a personas o pueblos indígenas. Actualmente trabaja con colectivos en riesgo de exclusión, prostitutas, niños con problemas, etc. Siempre en constante descubrimiento del mundo.
Le piden explicar de un modo más entendible ese concepto de ‘receptor’. Primero hay que ser solitario en la lectura pues el teatro exige salir de esa intimidad para ir a encontrarse con alguien, al igual que el cine. Sin embargo, la tele es “lamentablemente familiar” y lleva a la alquimia de problemas familiares. El cine aprendió mucho del teatro y ahora pasa al revés. Aunque debe confesar que el teatro gana seguidores si hay una figura de la televisión que representa la obra.
A la última pregunta, si siente que el público ha cambiado desde sus inicios, responde que “en general está más condicionado por los medios mediáticos”. Se tiende a la ‘compra imbécil’ porque sino no eres nadie. Un sector va estimulado por esto. Él confía en que sigue habiendo un grupo que va al teatro incondicional junto con ‘los imprevisibles’ que generan una cascada de público. Para ninguno de ellos “fabrica productos al uso”, pues cada una de sus obras está minuciosamente cuidada.
Como decía Frank Kafka, “quien conserva la facultad de ver la belleza, no envejece’. Y hoy hemos conocido a un gran hombre que se conserva joven gracias a la belleza que cada día irradia con sus palabras, ideas, juventud contagiada… Si brilla por la mañana, su momento de mínima expresión, podemos imaginar su radiante brillo bajo las estrellas y disfrutar en nuestras vidas de la infinita estela de sus obras, libros o modos de interpretar la vida real, la que escapa a internet o la globalización.