Artículo: Eleonora Barone
¿Y si…. construyéramos una realidad distinta con un lenguaje diferente?
¿Y si…. nos convenciéramos de que a mayor edad no vamos a menos?
¿Y si…. aprendiésemos como sociedad a valorar la experiencia?
¿Y si…. consiguiéramos poner en valor nuestros talentos a cualquier edad?
Ya ha pasado más de una semana desde el Rocking Chair 2015 y me apresto a formular mis reflexiones sobre lo acontecido y sobre unas posibles conclusiones para compartir.
Lo primero decir que fue muy bonito ver la gran participación de todas las personas que acudieron al Madrid International LAB, algunas invitadas, otras por curiosear y otras realmente por trabajar en el sector senior.
Hubo muchas aportaciones de valor así que pido disculpas de antemano por no poder resumir de manera exhaustiva todas las dinámicas. De hecho esta era la esencia del Rocking Chair’15. No se trataba de llegar a conclusiones sino de enriquecer las miradas, el vocabulario y poder compartir ideas y necesidades. El evento justamente nacía con la intención de crear comunidad y abrir un espacio de diálogo, tanto entre las entidades del sector como con los mismos ciudadanos, y creo que lo hemos conseguido.
La sociedad ha cambiado mucho pero todavía no hemos sido capaces de cambiar nuestro vocabulario, el imaginario ligado a las personas mayores, ni los servicios a disposición en el mercado. Gracias también a las nuevas tecnologías el mundo de los productos ha evolucionado muy rápido, mientras da la sensación que el sector de los servicios se esté adaptando al cambio con más lentitud.
Los mayores de hoy no son los mayores de ayer, pero muchos de los servicios que les estamos ofreciendo están todavía ligados a las necesidades del pasado y todavía no se han ajustado a los deseos y las inquietudes de las personas de las nuevas generaciones.
Tenemos la tendencia a seguir imaginando a las personas mayores como receptores de ocio, consumidores de viajes o en definitiva personas que necesitan asistencia de diverso tipo. Toda la oferta de ocio y atención es necesaria e imprescindible, pero quizás estemos dejando de lado otro aspecto fundamental que es la capacidad creativa, el deseo de seguir siendo útiles, las ganas de transmitir el conocimiento, de poder apoyar y en definitiva de participar desde un protagonismo activo en la construcción de la sociedad.
Por esta razón nos animamos a proponer este espacio de reflexión colectiva que ha sido el Rocking Chair y creo que entre todos pudimos poner luz sobre muchos de los aspectos que necesitan de una mayor profundización y de una mayor reflexión.
El hilo conductor de las dinámicas vertía sobre una línea principal que es que las palabras crean realidades, de hecho tomamos prestada una frase de Mahatma Gandhi que dice: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino”.
Así que empezamos preguntándonos cuáles son los términos que más nos gustan a la hora de referirnos a una persona mayor y también cuáles son los que menos nos gustan.
+ Adulto Mayor; Senior; Mayor Activo; de más edad; Expertos en vida;…
– Jubilado; Retirado; Viejo; Geronte; a veces Abuelo…
Seguimos con una reflexión en grupo respecto a lo que imaginamos piense, haga y le guste a una persona mayor, intentando diseñar el personaje lo más posible, hasta dándole un nombre. Esta dinámica estaba pensada para ver cuáles podían ser las realidades recurrentes que, sin querer y de manera automática, nos imaginamos cuando nos referimos a una persona mayor. El resultado fue algo bastante sorprendente, porque, no obstante la presencia de un público muy comprometido y conocedor de las personas mayores, los personajes imaginarios que salieron de esta dinámica fueron un tanto limitados. De hecho la mayoría de las siluetas dibujaban mujeres mayores, viudas y con achaques de todo tipo. Aunque sí hay que reconocer que casi todos los dibujos apuntaban que Lucía o Rosario….estaban felices y eran activas.
Una vez acabada esta reflexión grupal sobre cómo nos imaginamos a las personas mayores en su día a día, pasamos a preguntar cuánto nos sentíamos cercanos o lejanos a la imagen que había salido. La finalidad era la de introducir el protagonismo de cada uno de nosotros en el centro del debate. Dejar de seguir mirando a los mayores como una realidad separada o lejana para ponernos en el centro del discurso y ver cómo rápidamente puede cambiar todo el escenario, si los que son mayores somos nosotros.
De una lejanía a una cercanía, de lo individual a lo colectivo, cómo cambia el escenario si empezamos a pensar en cuáles son las características que se mantienen invariadas con la edad, los talentos que no cambian con el paso de los años, y los valores o las habilidades que nos hacen únicos…de repente la situación se modifica radicalmente y somos capaces de reconocer muchos aspectos de la vida de cada uno que no están influenciados por la edad, como la pasión, la curiosidad, la creatividad, las ganas de aprender….y muchos otros que nos gustaría que permanecieran como la salud, el sexo, la dignidad, la confianza…
La cuestión crucial, pero esta es una reflexión personal, es por qué como colectivo no ponemos el acento en estos talentos que todos a nivel individual reconocemos en las personas que se van haciendo mayores. Por qué, si a nivel personal hacemos un ejercicio de imaginación y nos hacemos mayores, no tenemos tanta dificultad en entender que hay muchas cosas que no cambiarán, que una persona mayor puede ser tanto o más creativa que una persona joven, y que los deseos de aprender, participar y construir juntos con los demás no cambiarán. Mientras que si imaginamos a otras personas mayores, digamos desde fuera, nos resulta más complejo, como si fueran un colectivo, cosa que por supuesto no son.
¿Nos alejamos instintivamente y perdemos la empatía?
¿Metemos a todos en el mismo saco, olvidando las especificidades?
No sé si es una realidad o una sensación, pero me parece que con la rapidez que muchas veces miramos a los demás sintiéndonos externos a sus realidades, que incluso de vez en cuando no nos gustan, perdemos la capacidad de razonamiento, nos volvemos un poco grises y seguramente muy poco empáticos.
Lo que se puede concluir, resumiendo también las inquietudes de los participantes, es que necesitamos más espacios de diálogo, de participación y de encuentro. Los temas a tratar son muy complejos y necesitan de una reflexión más profunda y más amplia, y por supuesto una mañana se queda corta, para la multitud de aspectos que juegan un papel importante respecto a la innovación en el sector de las personas adultas y mayores.
Haber tenido la posibilidad de ponernos cara entre entidades nuevas y jóvenes en este ámbito ha sido un aspecto muy positivo a remarcar y también la oportunidad de debatir y de compartir ideas y experiencia es algo que echamos todos en falta, ya que el recorrido que nos espera hasta que seamos capaces de adaptar nuestra visión a la realidad cambiante es algo largo.
Aunque también hay quien apunta que llegará un momento en que ya no hará falta ni sensibilización ni diálogo, la realidad demográfica y económica será tan diferente que ya nacerán servicios adecuados. Quizás también sea cierto. Quizás incluso falte poco.
Entonces si la finalidad era abrir caminos y crear espacios de convivencia, creo que el objetivo ha sido conseguido. Ahora esperamos que este primer paso sea una cita periódica o que más entidades quieran copiar el modelo y proponer más encuentros. Desde luego nuestro interés es la colaboración, ya que para crear una sociedad para todas las edades no lo vamos a conseguir cada uno por su cuenta.
Así que muchísimas gracias a todos y todas por vuestra participación y si queréis seguir debatiendo aquí estamos.
Muchas gracias a todos los impulsores del Rocking Chair, compañeros de este viaje que acaba de empezar: Amme Mediación; mYmO; ShowmeYaya; Serpentina Senior.
2 comentarios
Gracias,nosotros también encantados que existan fundaciones que apoyan a que haya intercambio, apoyo y solidaridad! Feliz día